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La Justicia y un mal sin partido político: la falta de sentencias e incumplimiento de los plazos, y el futuro de los presos K

Catalina de Elía
por Catalina de Elía |
La Justicia y un mal sin partido político: la falta de sentencias e incumplimiento de los plazos, y el futuro de los presos K

Desde que la fórmula “Fernández - Fernández” se impuso en las PASO un importante sector de la justicia federal alteró la forma en que ve los hechos y aplica el derecho. Concretamente, se comenzó a liberar y conceder arrestos domiciliarios a los más de 70 ex funcionarios K y empresarios con prisiones preventivas dictadas durante los últimos cuatro años en los que gobernó Cambiemos.

El ex ministro de Planificación Julio De Vido dejó la cárcel y cumple desde el viernes por la noche el arresto domiciliario. Atrás quedó el contexto de octubre de 2017 en el que se creó la “Doctrina Irurzun”. En torno a su figura en Comodoro Py se inauguró una práctica desconocida por nuestra historia constitucional: su desafuero por la Cámara de Diputados estuvo anclado solamente en decisiones de la primera instancia judicial. En otras palabras, sin sentencias que destruyan el estado jurídico de inocencia de todo ciudadano.

Las preguntas se imponen: ¿está bien que De Vido esté libre? Según la ley que entró en vigencia aprobada con acuerdo de Cambiemos y el kirchnerismo por la Comisión Bicameral de Monitoreo e Implementación del nuevo Código Procesal el 19 de noviembre, se terminó la discrecionalidad de los jueces para las prisiones preventivas. Ahora hay límites más precisos que hacen más difícil justificarlas.

Pero, ¿De Vido es un perseguido político? No. Tiene una condena por administración fraudulenta por la Tragedia de Once desde octubre de 2018, pero esta no está firme porque hace más de diez meses que la Sala III de la Cámara de Casación “la tiene bajo estudio”.

Lázaro Báez apeló ayer la decision del juez Sebastián Casanello de dejarlo en la cárcel con preventiva en una causa por supuesto lavado de dinero. El viernes pasado Casanello, pese al criterio de la Cámara de Casación de que debía ser excarcelado y esperar su proceso en libertad, le denegó el cese de la prisión preventiva. Y por estas horas o días debe resolver la Cámara Federal.

Báez no es el único en esta situación. Otros políticos y empresarios presos buscan seguir el camino de Julio De Vido y Roberto Baratta. Uno de ellos es Amado Boudou que, tras un fallo de Casación de hace dos meses, dejó de ser un detenido con prisión preventiva a ser oficialmente un "condenado”. La Corte Suprema, que no tiene plazos, debe resolver planteos de su defensa.

El dirigente social Luis D'Elía, condenado por la toma de la comisaría de La Boca en 2004, y el ex secretario de Transporte K Ricardo Jaime, condenado por Once y por dádivas en un juicio abreviado (en el que aceptó su culpabilidad), también piden irse a su casa.

Todos estos casos son diferentes y es preocupante que el problema de las prisiones preventivas sólo se haya revisado cuando hubo políticos y empresarios detenidos en un país en el que las cárceles están llenas de pobres sin condena.

Pero, más allá de eso, todos tienen un punto en común. La justicia, que tiene sus casos desde hace por lo menos diez años años atrás, no dicta sentencias. No hay palabra judicial que diga si son culpables o inocentes. En los pocos casos que hay condenas, no las confirman.

Para cambiar esto no se necesita ninguna ley ni reforma judicial sino algo más simple pero difícil. Esto es un sistema que funcione con jueces independientes y capaces. También políticos de todos los partidos (oficialistas y opositores) que estén realmente de acuerdo.

El cambio de los criterios para las prisiones preventivas se dio oportunamente con el cambio de gobierno. ¿Por qué no antes?, ¿Por qué ahora? No hubo grieta que valga para esto. Tanto el gobierno saliente (Cambiemos), como el recién ingresado (Frente de Todos), estuvieron de acuerdo en implementarlos.

Más allá de que era necesario ponerle fin al mal uso y abuso de las preventivas, el problema es que si la preocupación no es genuina y de todos por igual, la justicia seguirá siendo usada como un arma de los poderosos de turno. Sin control alguno.