Los intendentes del conurbano están exultantes. Saben (o se sienten) que son la piedra fundamental para una eventual permanencia del peronismo en el poder en 2023.
Los intendentes del conurbano están exultantes. Saben (o se sienten) que son la piedra fundamental para una eventual permanencia del peronismo en el poder en 2023.
En el interior, la derrota electoral fue fuerte. El Frente de Todos perdió en todas las provincias grandes, incluyendo el interior de la provincia de Buenos Aires. Si la elección hubiera sido presidencial, Juntos por el Cambio podría haber ganado en primera vuelta.
Lo que matizó la derrota fue la buena performance de los intendentes del conurbano, especialmente de la tercera sección electoral (sur del conurbano). Los buenos números en esa zona de la Provincia permitieron que el Frente de Todos pudiera festejar un “empate” y quedar vivo para la próxima elección.
En la noche del domingo, en el bunker del Centro C -donde paraban las distintas tribus del Frente de Todos- entraba y salía gente. Todos estaban exultantes.
Todo era amor y paz. Alegría en el triunfo y muchos abrazos. Aunque no todos piensen lo mismo…
A pesar de la “no-derrota”, Alberto sigue cayendo en imagen. Según cálculos de consultores que asesoraron al Frente de Todos, no hubo una mejora real en la cantidad de votos si se pondera por el aumento en la participación. La reducción de la brecha con Juntos por el Cambio se dio fundamentalmente porque no creció tanto la cantidad de votantes.
Contrariamente a lo que se pensaba, la baja participación terminó perjudicando a la oposición. Algunos números en poder del comando de campaña del Frente de Todos mostraban que los indecisos de las últimas 24 horas votarían a la lista de Santilli. “Cambiemos operaba que estaba ganando por mucho. Eso desalentó a ir a votar a mucha gente enojada con el Gobierno”, analizan. Un lujo que Durán Barba no se hubiera permitido.
Así, el oficialismo pudo festejar la no-derrota o haber descontado la goleada en Provincia. Pero el resultado no conforma a todos. “Es un placebo, no cambia nada”, analizan los escépticos. Los problemas estructurales siguen estando; y los problemas políticos no van a hacer fácil solucionarlos.
Alberto y los intendentes festejaron. Uno porque evitó perder una vida; otros porque se convirtieron en héroes, a decir de Mascherano. Kicillof también se mostró aliviado. Solo Cristina permaneció en silencio. Cristina mandó un tweet el domingo a la noche. Dijo que por tema de salud no podía ir al bunker. Es cierto. Pero no hizo ningún comentario posterior.
El Presidente y Martín Guzmán dijeron que todos los sectores de la coalición de Gobierno -incluida Cristina- apoyaban el nuevo plan económico plurianual y la convocatoria a la oposición a debatirlo. Pero Cristina no tiene intérpretes. Y si los tiene, no es el albertismo ni Guzmán. Si quiere decir algo, lo dice.
Desde el domingo no volvió a expresarse en público. No mostró alegría por el resultado electoral, no felicitó ni a unos ni a otros. Los que la frecuentan dicen que está preocupada.
Sigue sin ver el rumbo del Gobierno y encima va a tener que conducir un Senado hostil. No solamente perdió la mayoría: también dejan la Cámara muchas senadoras ultracristinistas.
En el peronismo algunos creen que las próximas semanas puede haber algún pronunciamiento o carta de Cristina que vuelva a cambiar el escenario político.
El miércoles a la noche hubo una cena de intendentes con Alberto Fernández y Axel Kicillof. Se les agradeció por el “triunfo”. En el conurbano ganaron.
Por ejemplo, en La Matanza insisten en que fueron los que más le aportaron a la “victoria” del FdT, después de Santiago del Estero. Sin La Matanza, Juntos por el Cambio hubiera ganado por 1,2 puntos más. “Estamos hablando de que un solo municipio como La Matanza aportó más votos netos al Frente de Todos que la gran mayoría de las provincias”, se entusiasmaron en esa intendencia. Varios otros hicieron cálculos similares.
“Fue una cena de análisis y de agradecimiento hacia los intendentes del conurbano que fueron protagonistas de la remontada del domingo”, cuenta a A24.com uno de los participantes de aquella comida.
Se habló de las reelecciones. Muchos de estos intendentes que fueron clave para el “empate” no pueden volver a reelegir por una ley de 2016 que acordaron Vidal y Massa.
Los intendentes pidieron que los ayuden a sortear esa prohibición. Hay una manera, pero requiere que el poder político mire para el costado. En la reglamentación de esa ley dice que la prohibición solo vale para aquellos que hayan ejercido su mandato durante los 730 días previos a la elección.
Dice la reglamentación que la ley “abarca a quienes habiendo sido reelectos en el mismo cargo para un segundo mandato consecutivo, hayan asumido sus funciones y ejercido por más de dos (2) años, continuos o alternados”. “Ni siquiera tenés que renunciar. Si no se completan los 730 días en el cargo, pueden reelegir”, explica un intendente en uso de licencia.
Eso entendieron algunos que tomaron un cargo de “mayor jerarquía”. Gabriel Katopodis (San Martín), Juanchi Zabaleta (Hurlingham), Martín Insaurralde (Lomas), Leo Nardini (Malvinas), Jorge Ferraresi (Avellaneda). Todos ocupan ministerios.
No solo el oficialismo van a usar esa estrategia: probablemente, Jorge Macri desembarque en el gabinete de Larreta a otro cargo de “mayor jerarquía”.
“Cuando Vidal la hizo reglamentar, le negociaron dejar eso a propósito para que se pueda seguir reeligiendo”, explica un hombre que negoció esa reglamentación. Probablemente el tema se judicialice y llegue hasta la Corte.
Los pases de facturas en Juntos por el Cambio están a la orden del día. Patricia Bullrich acusa a Horacio Rodríguez Larreta por la estrategia en Ciudad y Provincia. Se ganó por menos de lo esperado dice.
Pero en otros sectores de Juntos por el Cambio acusan a Bullrich por no haber podido tener la primera minoría en Diputados.
Fue ella -dicen- la que desbarató un acuerdo de Horacio Rodríguez Larreta en La Rioja. El acuerdo era que Felipe Álvarez, actual diputado nacional del peronismo disidente, fuera candidato a diputado provincial por Juntos por el Cambio. Álvarez no asumiría y se integraría al interbloque de Juntos por el Cambio. Bullrich y el radicalismo local tiraron abajo el acuerdo.
Al final, Alvarez fue con una candidatura propia, le restó votos a Juntos por el Cambio y la oposición se quedó sin ningún diputado en esa provincia. Si hubieran cerrado ese acuerdo, estarían empatados en 118 diputados con el Frente de Todos.
En los próximos días, Álvarez se va a juntar con Larreta. Tienen asuntos pendientes. En los temas nacionales (que no comprometan los recursos de su provincia) va a votar con la oposición.
Otras conclusiones que se hacen en Juntos por el Cambio.
En el peronismo, el resultado electoral calmó las internas. Aunque no del todo. En el acto por el Día de la militancia se observaron sutilmente esas diferencias.
Los ministros albertistas se juntaron en el ministerio Desarrollo Social y fueron bajando por Belgrano hasta llegar a la Casa Rosada.
En el albertismo se quejaron de que algunos funcionarios habían congregado en las inmediaciones de Plaza de Mayo. Pero Wado y otros se fueron por 25 de mayo y se sumaron a la columna de La Cámpora que llegó justo cuando terminaba de hablar Alberto. ¿Llegaron ellos tarde o Alberto habló inusualmente puntual? El huevo y la gallina.
A la izquierda del escenario se ubicaron Kicillof, Manzur y Massa. Los intendentes se ubicaron a la derecha, “todos apretados”. En el centro, movimientos sociales albertistas. Movimiento Evita, el MUP…
“Todos unidos triunfaremos”, rezaba el eslogan del acto. Alberto anunció una PASO para 2023 entre todos los actores del Frente. Mandó a decir que tiene el aval de Cristina. ¿Lo tendrá?
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