En total, ya son 79.513 los focos detectados en la región. Y no solo afectan al Brasil, sino que también tomaron parte del territorio boliviano y paraguayo.
Emmanuel Macron, el presidente francés, renovó su esfuerzo para ayudar al “pulmón del planeta”. En realidad, debería hablarse de un “pulmón invertido”, ya que absorbe el 14% del dióxido de carbono del mundo y libera el 20% del oxígeno indispensable para la vida.
El Plan del G7 es más ambicioso. Plantea también iniciar un amplio plan de reforestación para recuperar las áreas arrasadas por el fuego.
Pero está claro que los aires franceses con esencia ecológica no le sientan bien a Donald Trump. El presidente norteamericano se retiró en 2017 de los acuerdos de París. Y este lunes, ni se presentó en la reunión por el “caso Amazonas”. El efecto invernadero y la ecología, definitivamente, no figuran en su agenda.
Bolsonaro, por su parte, tiene muy poca simpatía por Macron: ambos expresan dos concepciones diferentes de la política. Y el drama de la Amazonia consumió también esa relación. Para Bolsonaro, la ayuda no es necesaria y solo expresa la utilización de la cumbre del G7 y el incendio devastador para reposicionar al presidente francés como líder mundial.
La respuesta oficial dice: “El Brasil está listo para avanzar soberanamente en este asunto”. En privado, Bolsonaro le diría a Macron: “Não tem jeito”. O sea: Ni ahí.