Aniversario

Los ataques del 11-S transformaron las normas de seguridad en los aeropuertos del mundo

El secuestro de cuatro aviones dejó perplejo al mundo. Los controles aeroportuarios fueron reforzados a niveles sin precedentes.
Los atentados del 11-S cambiaron los controles aeroporturios en el mundo.

Los atentados del 11-S cambiaron los controles aeroporturios en el mundo.

Los atacantes, que Estados Unidos vinculó muy pronto con el grupo terrorista Al Qaida, habían logrado secuestrar cuatro aviones y los hicieron estrellar en puntos simbólicos del poderío estadounidense. Por eso no sorprendió que una de las primeras medidas fue la de reforzar la seguridad aérea.

Así que poco más de un mes después de los atentados, el 19 de noviembre de 2001 el Congreso aprobó la Ley de Seguridad de Aviación y de Transporte y a fines de 2002 se desplegaron sistemas de detección de explosivos en todos los aeropuertos del país.

Por decisión de Washington, 430 aeropuertos pasaron a control federal, lo cual obligó a una reorganización de las tareas de inteligencia y de los protocolos de las aerolíneas. También se aumentaron paulatinamente los controles, por ejemplo con pesquisas más estrictas en los objetos personales de los pasajeros. Y esto fue replicado en los principales aeropuertos del mundo porque la amenaza terrorista también se había globalizado.

El zapato bomba

Los controles parecieron no alcanzar. En diciembre de ese mismo año, un avión que volaba de París a Miami estuvo a un paso de estallar por los aires si no se hubiera detectado la presencia de un terrorista con un zapato bomba. El británico Richard Reid, musulmán converso, había escondido tantos explosivos en la suela de su zapato como para abrir un hueco en el fuselaje del avión y causar una descompresión de cabina, según confirmó en aquel momento el Buró Federal de Investigaciones (FBI).

Había logrado burlar los controles, pero llamó la atención de la tripulación cuando intentó prender fuego a una mecha que tenía en el zapato. Después del aterrizaje, fue detenido por la policía del aeropuerto de Boston (Massachusetts).

Desde 2001 a 2003 la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos detectó más de 4.800.000 objetos prohibidos a bordo, desde pistolas y cuchillos a objetos inflamables, según consignó en un informe la agencia NA.

El administrador de TSA, David Pekoske, señaló la gran cantidad de armas incautadas en los puntos de control de los aeropuertos: se estiman más de 3.200 el año pasado, de las cuáles el 83% de ellas estaban cargadas.

Más guardias

Para implementar tantos controles de seguridad, hubo que aumentar la cantidad de personal. Se pasó de 16.000 a 56.000 guardias de seguridad privada en los aeropuertos estadounidenses en poco más de un año. La TSA contrató, por su parte, a unos 65.000 agentes federales nuevos. Además, se destinó a más militares a montar en vuelo y se cruzarán datos con las bases del FBI para detectar antes a los pasajeros sospechosos.

Otras de las medidas incluyen la integración de agentes federales encubiertos en los vuelos, la creación de la lista de exclusión con los expedientes de aquellos ciudadanos impedidos por el Gobierno para viajar vía aérea, instalación de mecanismos a prueba de balas que imposibilitan a los pasajeros a entrar a la cabina de pilotos y se colocaron mirillas para saber quién golpeaba del otro lado. Sólo el capitán y el jefe de cabina conocen la clave de acceso. Los aeropuertos han inducido cambios sustanciales en la operatividad.

Los aeropuertos se llenaron de carteles que advierten que en caso de encontrar un bolso sin dueño hay que llamar de inmediato a la policía y no tocarlo por nada del mundo.

Los ataques

El martes 11 de septiembre de 2001, a las 8:45 dos aviones comerciales impactaron de lleno en las Torres Gemelas. El 11 de American Airlines y el 175 de United Airlines fueron estrellados intencionalmente en las torres norte y sur, donde había más de 14.000 personas. Hubo 1.845 muertos.

El tercer avión secuestrado fue el vuelo 77 de American Airlines, que impactó de lleno en la sede del Pentágono, en Virginia. El cuarto avión, el vuelo 93 de United Airlines, tenía como objetivo el Capitolio de los Estados Unidos ubicado en la ciudad de Washington D.C., pero se estrelló en campo abierto cerca de Shanksville, Pensilvania.

En total, hubo 2.977 muertos y más de 6.000 heridos.