Hoy a la distancia recuerda que “recibía un mail de la maestras principales de enormes compañías diciendo que estaban interesados en mí, que hiciera el curso. Cinco semanas muy intensas de clases, donde fui a modo de audición, pero a la tercera ya me habían confirmado”. Manu, como la llaman sus cientos de amigas que supo sumar en todo el mundo, asegura que fueron días de mucho estrés para ella “terminaba un paso, sentía que no había salido bien y pensaba ‘ahí fue mi contrato’", recuerda entre risas.
Manuela Lavalle en aquellos tiempos disfrutaba de sus ascendentes logros pero se esforzó mucho: no había lugar para el descanso. Sus vacaciones jamás superaron los 15 días.
“Seguía tomando clases, paré solo unas semanas por una lesión en el pie izquierdo que me impedía hacer ejercicios de alto impacto, pero continué con pilates y natación” y asegura de que es una profesión en la que no se pueden parar los ensayos por mucho tiempo. “El cuerpo necesita un descanso para no lesionarse y mentalmente también es una ayuda, pero hay que seguir para estar todo el tiempo mejorando y perfeccionandose”, afirma.
Hoy lejos del stress, las audiciones internacionales, los retos físicos y mentales que la carrera de una bailarina clásica de exportación requieren, a Manuela, se la puede ver bailando en una plaza, dando clases de danzas en un estudio de Nordelta a decenas de niñas y adolescentes que la toman como referente y modelo a seguir, o sola tirando algunos pasos en el centro de una pista de baile de alguna discoteca de moda. “Hago street jazz y hip hop porque me divierte mucho la posibilidad de realizar cosas variadas e inclusive tomé clases de afro. Todas las formas de expresión a través del baile me completan", cuenta siempre sentida y emocionada.
Atrás quedaron, en el arcón de los recuerdos mágicos, los días cuando vivía dentro de la exigente compañía del Bolshoi de Moscú o del Nashville Ballet: "No tengo más que palabras positivas para describir aquellas elevadas y fantásticas experiencias" detalla la ex bailarina del Instituto del Teatro Colón.
Por último, consultada sobre su fantástica carrera y su distintivo presente, Manuela sostuvo: "Sin importarme los logros, los ascensos profesionales, el prestigio y el reconocimiento internacional ahora estoy en condiciones de admitir que toda mi vida bailé solo por el amor y el placer de bailar".