Una heroína singular

La conmovedora historia de la perra que salvó a 250 soldados y 40 aviones en la Segunda Guerra Mundial

Se llama Smoky y fue catalogada como una mascota de guerra, aunque lejos estaba de ser alguien violenta y guardiana. Medía 17 centímetros y se convirtió en una heroína de cuatro patas que realizó tareas que salvaron muchas vidas.
Smoky dentro del casco de su dueño

Smoky dentro del casco de su dueño, la imagen que fue reproducida en diversas estatuas en diferentes lugares de  Estados Unidos y Australia

Su historia conmueve, educa y motiva. Se llama Smoky y fue catalogada como una perra de guerra, aunque lejos estaba de ser alguien violenta y guardiana. Es una Shorkshire Terrier que apenas llegaba a los 17 centímetros de altura y que llegó a convertirse en una heroína y leyenda de cuatro patas en plena Segunda Guerra Mundial.

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Con tan solo 17 centímetros de altura, llegó a convertirse en una heroína de la Segunda Guerra Mundial.

Con tan solo 17 centímetros de altura, llegó a convertirse en una heroína de la Segunda Guerra Mundial.

Debido a una acción que solo Smoky podía realizar, bastó para salvarle la vida a unos 250 soldados estadounidenses en el Pacífico occidental. Todo comenzó en marzo de 1944. Después de haber sido abandonada, Smoky fue adoptada en Nueva Guinea, por Bill Wynne, el cabo del Cuerpo Aéreo del Ejército de Estados Unidos. En realidad, fue uno de los compañeros de Wynne, que la había encontrado en una trinchera abandonada a un costado de la ruta. El hombre estaba dispuesto a venderla pese a que la perra se encontraba desnutrida y escuálida. Wynne se hizo rápidamente de ella y sería su fiel compañera en la Segunda Guerra Mundial. En poco tiempo, Smoky llegó a convertirse en una efectiva y carismática compañera en el campo de batalla.

Smoky y las acciones que le salvaron la vida a 250 soldados

Smoky tuvo su momento de gloria cuando un ataque alemán afectó la comunicación y los soldados estadounidenses necesitaban con urgencia pasar las líneas telefónicas a través de una tubería que se extendía varios metros bajo tierra. Ahí apareció en escena la pequeña Smoky, que lideró el equipo y fue la encargada de llevar las líneas telefónicas a través de una tubería de 20 centímetros de diámetro que se extendía varios metros bajo tierra desde una base hasta tres escuadrones separados. Esas comunicaciones resultaban básicas y por eso Smoky realizó una labor que hubiese llevado muchos días a Wynne y a una decenas de hombres. Algo que habrían estado expuestos a ataques enemigos de manera constante.

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Una de las proezas de Smoky para salvar la vida de los soldados.

Una de las proezas de Smoky para salvar la vida de los soldados.

Aquel día, Smoky logró llevar una cuerda con la que enhebrar cables telefónicos a través de esa tubería, lo que supuso el salvamento de vida para 250 hombres y 40 aviones. Pero las proezas de Smoky no se quedaron solamente en ese cable telefónico. Cuando su dueño Wynne estuvo enfermo de dengue y tuvo que ser llevado al hospital, las enfermeras le pidieron poder llevar a la perrita a visitar a otros pacientes heridos que se encontraban en el mismo centro médico. Algo que sucedió en la invasión de la Isla Biak.

Smoky y las visitas a los hospitales

En pocos días, Smoky se había convertido en un "remedio" efectivo para mejorar el estado de todos los pacientes del hospital. Tal fue la dimensión de ese impacto, que Wynne y Smoky comenzaron a recibir invitaciones para asistir a otros hospitales. Su efecto provocó que más perros se puedan utilizar dentro de las terapias para recuperar a los soldados. Incluso hacia finales de la década del 40 llegaron a donarse hasta 700 perros con esa finalidad para los soldados estadounidenses.

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Wynne y Smoky recibieron invitaciones para asistir a otros hospitales

Wynne y Smoky recibieron invitaciones para asistir a otros hospitales

Durante los cinco días que pasó en el hospital, Smoky dormía con Wynne en su cama por la noche. Mientras que en el día, las enfermeras la recogían por la mañana para llevarla de visitas de pacientes, y luego devolverla nuevamente cuando llegaba la noche. Wynne contaba que había notado el efecto tan poderoso que la perra ejercía sobre los soldados a su alrededor, y cómo Smoky era capaz de alegrar el ambiente, no solo con su presencia, sino también con su personalidad.

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Una historia de amor y superación. Smoky y su dueño, el cabo Bill Wynne.

Una historia de amor y superación. Smoky y su dueño, el cabo Bill Wynne.

"Todos sonreían, todos la querían"

Las noticias sobre su capacidad curativa y de levantarle el ánimo a los soldados se extendieron. Por eso motivos, Wynne y Smoky recibieron invitaciones para continuar con la recorrida en otros hospitales. Mientras observaba a los hombres en sillas de ruedas sosteniendo a Smoky en sus brazos, Wynne podía ver la diferencia que estaba haciendo la pequeña perra. “Cuando entramos a la sala, había un cambio total”, confesó en una oportunidad. “Todos sonreían, todos la querían”, repetía.

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En cuanto a la vida de Smoky y Wynne, después de la guerra continuaron recorriendo hospitales para ayudar en la recuperación de los soldados. Smoky se retiró en 1955, y murió dos años más tarde, en 1957, a los 14 años. Todavía existe una estatua en Cleveland que inmortaliza la figura de la perrita que se convirtió en toda una heroína de la Segunda Guerra Mundial.

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La leyenda de Smoky

Pero su leyenda también llegó a Australia, donde se levantaron monumentos en su honor. En ellos, una estatua reproduce una de las estampas más conocidas de Smoky, en la que la perrita está con la mirada atenta, las orejas levantadas y la boca entreabierta dentro del casco de su dueño. Todo un símbolo del vínculo inseparable que existió entre el soldado Wynne y su más leal y valiente compañera de aventuras.

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Veteranos de la Segunda Guerra levantaron uno de los tantos monumentos dedicados a su memoria

Veteranos de la Segunda Guerra levantaron uno de los tantos monumentos dedicados a su memoria

Smoky murió mientras dormía. Wynne y su familia pusieron los restos de la valiente mascota en una caja de municiones de la Segunda Guerra Mundial y la sepultaron en la reserva Rocky River, en Cleveland. Años después, veteranos de la Segunda Guerra levantaron en ese lugar uno de los tantos monumentos dedicados a su memoria. Smoky continuó recibiendo medallas de reconocimiento por su valor.

Admirada y respetada. Así fue la historia de Smoky, un verdadero símbolo de guerra, pero también un símbolo del amor y el cariño más genuino.