—El eje principal es el intercambio, el diálogo. Creo en la transmisión recíproca de enseñanzas. Nunca alguien da algo sin recibir otra a cambio. Es un disco que consiste en doce canciones bastante roqueras y eléctricas y que rompen el molde con los primeros discos.
—¿Te considerás alegre o melancólica a la hora de componer?
—Trato de mantemerme al filo de las dos cosas. Me gusta abordar los estados emocionales como motor fundamental para seguir adelante: no importa si es alegría o tristeza.
—O sea que mostrás varias facetas en una misma canción...
—Y sí, las emociones son complejas. Cuando te preguntan ¿qué te pasa?, muchas veces no se puede definir con una sola palabra. Quiero que el público sienta lo que yo siento cuando toco. No sabés lo lindo que es tocar y regalarle eso a la gente. Es una ilusión, ya que nunca logra.
—Sos un emblema de la escena independiente por tu autogestión. ¿Qué le legaste a las nuevas generaciones de músicos?
—Que es posible no depender de los demás. Ningún camino es fácil: si tenés una compañía que te respalda le tenés que rendir económicamente para que sigan invirtiendo en vos. Y si sos "indie" que la gente vaya a verte depende sólo de vos. Si no rendís, no importa si sos independiente o pertenecés a un sello discográfico: uno también puede ser echado de su propio proyecto.
—¿Cómo vivís el proceso de grabación de un disco?
—A Privilegio lo grabamos en estudio Tónica y fue muy distinto a la experiencia de Calendario (2008) que lo grabamos en mi casa supeditado a mis caprichos espaciales; esta vez hubo más gente involucrada. El proceso de mezcla es bastante enloquecedor y la grabación es algo irreal. Siempre estoy en una oscilación entre dos modos de producción: uno realista y otro fantástico. Creo que todas los grupos tratan de fundir esos dos mundos: la libertad de hacer lo que uno quiere, con la ilusión de la banda de rock que suena increíblemente bien.
—¿Sentís una contradicción?
—Es una lucha entre lo dionisíaco y lo apolíneo (el orden versus el caos): la bestia del rock que cabalga suelta por los campos de la distorción, el golpe y la velocidad, contra la forma perfecta, la vanguardia, la novedad. Hay bandas que cambiaron la historia del rock por su sonido, como Joy Division. Esas ideas locas de producción son las que me mueven a innovar. Es una búsqueda constante lo que te estimula a seguir creando. Cada disco es un desafío en cómo va a ser la forma de producción; o una propuesta nueva que rompa con todo y cambie la historia del rock, o una banda que suene natural como se los ve en vivo.
—Te caracterizás por tus presentaciones en formato acústico. ¿Cómo va a ser el show de esta noche?
—Voy a tocar con toda la banda que mantengo desde hace diez años: Pablo Córdoba en batería, Javier Marta en guitarra y la nueva bajista Jesica Ojeda. El protagonista de la noche será "Privilegio" aunque también tocaremos canciones de todos los discos. Y con mucha autoexigencia.
Luciana Boglioli - La Capital de Rosario