Según el propio Reed, jamás había escrito algo tan bueno. "Hay tanta furia dentro que es embriagador (...) A veces me parece tan emotivo que me levanto y tengo que apagarlo", contó en una entrevista. Sin embargo, muchos fans de Metallica no se mostraron tan entusiasmados con la colaboración.
Reed no tuvo unos inicios fáciles. Debido a sus inclinaciones homosexuales, sus padres lo enviaron a una clínica psiquiátrica, donde supuestamente recibió electroshocks. Su carrera comenzó en 1965 con The Velvet Underground, una banda considerada por muchos legendaria. Cinco años bastaron para que Reed se hiciera con un lugar destacado en la historia del rock. El "ruido" de esta banda protegida por Andy Warhol se alzó contra el movimiento hippy, al principio sin éxito comercial. Ironías de la historia del rock: su aclamado álbum "Loaded", que lleva el claro sello de Reed, no llegó al mercado hasta poco después de que abandonara la banda, en 1970. Temas como "Sweet Jane" o "Rock'n'Roll" se convirtieron más tarde en clásicos.
Míticos son también sus álbumes solistas, como "Transformer" (1972), "Metal Machine Music" (1978) y "New York" (1989). En ellos queda patente el estilo de Reed y su lema: "Me gusta la música que me sacuda físicamente". Su tema "Perfect Day", incluido en la banda sonora de "Trainspotting", parece toda una declaración de amor. Aunque para muchos se trata de un canto al consumo de drogas.
Y es que Reed no sólo saltó a los titulares por su música. Una y otra vez se informó sobre los excesos con las drogas del cantante, que a fines de los 70 vivió en Berlín en un piso compartido con David Bowie e Iggy Pop. Su rostro, curtido y gastado por los años, habla por sí sólo. Pero Reed, como Iggy y Bowie, pertenece a los supervivientes.
Con la composición, en 1996, del musical "Time Rocker" abrió nuevos horizontes, y en "POEtry" también musicalizó junto al director escénico Robert Wilson poemas y textos de Edgar Allan Poe. En 2003 publicó la versión en CD de la obra teatral bajo el título "The Raven", para el que contó con las voces de Bowie, su viejo amigo del glam rock, Willem Dafoe y Steve Buscemi.
Aunque ya pasaron los tiempos en los que sus shows eran estridentes viajes autodestructivos, Reed no ha perdido un ápice de su fascinación. Ahora, lo acompaña en sus actuaciones la artista y performer Laurie Anderson, con quien finalmente se casó en 2008 tras años de noviazgo. A veces cantan aún "I'll Be Your Mirror", una declaración de amor de los tiempos de The Velvet Underground.
Carla S. Reissman - DPA
INOXIDABLE TRANSGRESOR (Por José L. Cavazza - La Capital de Rosario). En los tempranos 70 el público neoyorquino acudía a verlo morir sobre el escenario cantando “Heroin”. La dramatización de una posible muerte en directo llegó a la cima cuando Lou decidió agregar un bonus a sus shows: la ejecución de un pico de heroína en público.
Mientras, bajo el sonido filoso de la guitarra eléctrica, su voz rabiosa recitaba aquello de “hoy he tomado una gran decisión / voy a intentar anular mi vida / porque cuando la sangre empieza a fluir / cuando sube por el cuello de la jeringa / cuando me voy acercando a la muerte / ustedes no pueden ayudarme...”.
Para este verdadero sobreviviente esos días son un vago recuerdo: “Aquella época fue para mí como una fisura temporal en movimiento”. Después de un largo período de desintoxicación, a fines de los 70 su vida se estabilizó, convirtiéndose en un tipo cada vez menos lunático, y siempre grabando mejores y peores discos. Y aunque cueste creerlo, Lou sobrevivió a todo aquello, incluso a los electroshocks que le aplicaron en el Hospital Psiquiátrico de Creedmore en 1959, cuando era un adolescente “irascible e inestable”.
Lo cierto es que, junto a Neil Young, Reed es uno de los pocos músicos de rock, que, con una larga y valiosa —aunque irregular— trayectoria sobre sus espaldas, continúan haciendo discos vitales y anti-nostálgicos. ¡Así que ¡feliz 70, viejo Lou!