Sin MordazaPor Luis Ventura
Sin MordazaPor Luis Ventura
“¡Somos actores queremos actuar!”, fue la arenga histórica que en una entrega de premios Martín Fierro, la fecunda actriz María Valenzuela promovió como bandera de todos los actores que se sentían víctimas del flujo laboral que reinaba en esa época, estaban desocupados o deprimidos por la realidad del mapa social de aquel tiempo.
Pero también es cierto del doble juego de muchos actores, productores y autores que pegan el grito en un lado y ponen los huevos en otro nido. Y quiero dar ejemplos, pero no condenarlos porque están en el sano ejercicio de la oferta y la demanda, pero también es cierto que faltan a palabras empeñadas y a promesas que embarcan a elencos completos a una catástrofe laboral o a un destino de fracaso artístico. Porque estos oportunistas de la chispa se quedan con la mejor oferta al cierre de las contrataciones, sin blanquear antes otras propuestas en juego y cuando se deciden no parecen tener empachos en dejar colgados a medio mundo sin hacerse cargo del daño que puede significar a sus propios colegas o quienes eran hasta hace unas pocas horas sus compañeros.
Son los mismos que siguen elevando su culto a la queja cuando algún productor los destrata conociendo sus antecedentes y cubriéndose de futuras traiciones. Y voy a citar casos concretos. Uno de los más palpables en los últimos días es el de Atilio Veronelli con la producción del music-hall “Fiestísima”, que se presentará en el Teatro Olimpia de Mar del Plata, con la que había firmado su contrato con mucha anticipación, empezó a trabajar en el grupo y cuando todos dependían de él como director, incluso como autor, se termina yendo con la compañía de Nazarena Vélez y el espectáculo que está armando con Charlotte y Alexander Caniggia, los hijos del mundialmente conocido “Pájaro” y la mortadela de Mariana Nannis. ¡Y no está mal que elija esa opción! Lo único que lo tendría que haber blanqueado antes de firmar su contrato con dicha producción. En tiempo y en forma para no exponer a nadie.
Lo que está mal es que a esta altura del año, es que alguien se baje de un espectáculo que está de cara al verano cuando había empezado a trabajar y para que lo dejen en libertad de acción boicoteé al elenco de que también forma parte de la arenga de Valenzuela: “¡Somos actores queremos actuar!”. ¿Qué diría la propia María ante hechos como estos de los propios compañeros y colegas gremiales. Los famosos tordos del espectáculo que ponen huevos en nidos ajenos.
Recuerdo la desvinculación de la productora “Pensado Para Televisión (PPT)”, la empresa negrera de Diego Gvirtz que quemó tantas pestañas, neuronas y sueños laborales, de la pantalla de América 2 porque ya tenía todo arreglado para comenzar con sus contenidos en el Canal 13 del Grupo Clarín y del vapuleado por el mismo Marcelo Tinelli.
En aquella época, Gvirtz denunció que Rolando Graña que estaba a cargo de la parte de noticias y contenidos de la emisora del cubito, de haberlo censurado por no permitir que el corrupto arrepentido de las coimas cobradas, Mario Pontaquarto, saliera alegremente dando clases de moral.
El sensible Gvirtz se tomó del hecho que hicieran grabar la entrevista para ver qué decía el oscuro Pontaquarto y con esa excusa angustió a su grupo, para finalmente transar con el Grupo Clarín que tanto repudiaba, y ponerse a trabajar para ellos. ¡Esa es la ética y la moral que hoy trata de reflejar en sus programas "678", "Duro de domar" y Televisión registrada".
Los hechos demuestran que a Gvirtz nunca le importó la censura, sino que su cambio fue pura y exclusivamente de dinero e intereses comercial y políticos. Porque después de un raudo paso por las filas de Magnetto, el mismo Gvirtz envuelto en la bandera kirchnerista, se volvió a cambiar de camiseta, poniéndose la opuesta a la de la temporada pasada, y ahí sí aceptó la misma censura que le había denunciado a América 2.
Porque hoy, la empresa de Diego Gvirtz acepta que le modifiquen los temas de "678", también que inviten a voces de la oposición y todo eso por un contrato original y anual de 12 millones de pesos que luego fue corregido y aumentado, para quien se jacta de ser el "fiscal de la televisión". Otro caso notable de tordo poniendo huevos en nidos ajenos.
También pasó con Tristán cobrando contratos pantagruélicos que luego no cumplió como estaban convenidos, o un Emilio Disi que siendo la dupla artística de Florencia de la Vé en plena temporada se reunía con empresarios de otras productoras para ver de qué manera se cambiaba de equipo sin importarle el trabajo compartido hasta ese momento.
Estoy totalmente de acuerdo con aquella arenga de María Valenzuela: “¡Somos actores queremos actuar!”, pero cuando el trabajo lo tienen, también es noble y digno que respeten los contratos y las promesas empeñadas porque también es hora que sepamos quienes como Judas te cambian por treinta monedas de oro y, a veces, hasta por menos.