En el corazón de cada hogar, el lavarropas se posiciona como el héroe anónimo que combate las manchas y devuelve a nuestras prendas su vitalidad.
Muchas personas no tienen idea de cómo limpiar el lavarropas y dejarlo como si fuera nuevo.
En el corazón de cada hogar, el lavarropas se posiciona como el héroe anónimo que combate las manchas y devuelve a nuestras prendas su vitalidad.
Sin embargo, como todo guerrero, este aliado incansable requiere su propia dosis de cuidado y amor. En una misión para preservar la eficacia y frescura de nuestros fieles aparatos, exploramos los secretos de limpieza del lavarropas.
El primer paso en esta odisea de higiene es activar un ciclo de agua caliente. La máquina enfrenta las altas temperaturas (40° o 60°) sin carga alguna. Este acto elimina los residuos de jabón que se acumulan en su interior, liberando al lavarropas de las pesadas cadenas que amenazan con mermar su poder.
Un ciclo de 40°, esta vez con 2 tazas de vinagre blanco en el compartimento del jabón, despierta un aroma fresco. El vinagre, como un elixir, purifica y desintoxica, llevando consigo los malos olores que alguna vez rondaron las entrañas del lavarropas.
Ahora, armados con una solución de agua caliente y 250 ml de vinagre blanco, nos sumergimos en la travesía de limpieza del tambor. Un paño suave, se empapa en la mezcla y, con movimientos precisos, recorre cada rincón del tambor. Cuidadosamente, se deshace de las impurezas que amenazan con desgastar la integridad de nuestro insigne guerrero.
Luego se enjuaga el tambor con agua limpia. Con gestos delicados, seca con un paño suave, preparando al lavarropas para su próxima batalla.
Por último, con un trapo de algodón humedecido, barre los vestigios de suciedad del exterior de la lavadora, especialmente si esta es de noble aluminio.
