El miedo, esa sombra omnipresente en la vida de todos, es otro de los temas recurrentes en la obra de Rolón. "Hay senderos a los que nuestros propios miedos vuelven intransitables", reflexiona. Con esta frase, el psicoanalista subraya cómo la inseguridad y la angustia pueden convertir en abismos los actos más cotidianos. En esta metáfora, cada persona enfrenta su propio Everest, un desafío único que, aunque parezca insuperable, es también una oportunidad para el crecimiento personal.
Rolón también nos invita a reconsiderar la relación entre el lenguaje y el sujeto. "No es el sujeto el que hace uso del lenguaje, sino que es el lenguaje el que utiliza al sujeto", afirma. Esta idea, tomada de la teoría psicoanalítica, nos confronta con la noción de que no siempre somos dueños de nuestras palabras. El lenguaje, en su complejidad, nos maneja, dice cosas que no queremos decir, revelando verdades ocultas incluso para nosotros mismos.
Pero no todo es oscuro en el mundo de Rolón. Hay un espacio para la reflexión sobre el tiempo y la memoria, dos elementos que, según él, "a veces cambian un poco las cosas". En esta frase, Rolón nos recuerda que nuestras percepciones son moldeadas por el tiempo, que el pasado no es un relato fijo, sino una construcción que se resignifica con el paso de los años.
Este concepto de resignificación es crucial en su visión del amor. "El amor es un sentimiento cuyo inicio se reconoce mirando hacia atrás e iluminando el pasado con la luz del presente", dice Rolón. Para él, el amor no es una flecha lineal, sino un círculo que se cierra cuando podemos entender el pasado desde el presente, otorgándole nuevos significados a experiencias que, en su momento, parecían incomprensibles.
Sin embargo, no todo en el ámbito emocional es positivo. Rolón advierte sobre los peligros de los celos, a los que describe como "un modo enfermo de relacionarse". Según el psicoanalista, los celos no son un indicador de amor profundo por el otro, sino de una falta de amor propio. Esta es una advertencia clara sobre la necesidad de fortalecer nuestra autoestima para evitar caer en relaciones dañinas.
Finalmente, Rolón nos ofrece una reflexión sobre cómo, a veces, buscamos reparar en otros lo que no podemos arreglar en nosotros mismos. "A veces es interesante ver cómo uno repara afuera, en otros, lo que no puede reparar adentro", comenta. Esta observación nos enfrenta con la tendencia humana a proyectar nuestros problemas internos en el mundo exterior, buscando soluciones en los demás que solo pueden hallarse en nuestro interior.