Nervioso y ante la mirada de una familia que disfrutaba de helados, Cerda aguardó su turno para enfrentarse a la cajera. Tras cansarse de esperar, mostró su supuesta arma a las empleadas, generando pánico entre los presentes. Victoria I., que en ese momento armaba un pedido cerca de los freezers, observó la situación y decidió tomar cartas en el asunto.
Persiguió a Cerda hasta la puerta del local, donde lo golpeó repetidas veces, logrando que retrocediera al interior del establecimiento. Mientras los clientes huían, la cajera, ante la amenaza, llamó al 911. El ladrón, humillado, pedía ser liberado, pero Victoria I. no cedió ante sus súplicas.
El diálogo captado por las cámaras de seguridad reveló la determinación de la empleada:
- "Te lo pido por favor", rogó Cerda.
- "No", respondió Victoria, indignada.
- "Dejame ir. No tengo para comer", suplicó el delincuente.
- "Disculpame, pero no."
- "Es la primera vez que hago esto", se justificó Cerda.
- "Si lo hiciste una vez, lo vas a volver a hacer. Tengo vecinos que con ese cuento lo hicieron un millón de veces."
- "Por favor, dejame ir."
- "No, que vengas acá a afanar a un laburante, que se rompe el culo laburando..."
Finalmente, a las 21:19, la Policía de Santa Fe llegó al lugar y arrestó a Cerda. Encontraron su moto de 110 cc en la vereda, con la que planeaba huir. La "arma" utilizada resultó ser una réplica de plástico envuelta con cinta para disimular, aparentemente un juguete.
Las investigaciones revelaron que Cerda, a pesar de su situación desesperada, contaba con antecedentes laborales. Registros previsionales indican que hasta diciembre del año pasado recibió aportes de una conocida cadena de supermercados y trabajó en una empresa de instalación de redes eléctricas en febrero.