“Pensaron que era estrés. Estaba enferma, claramente. Pero era muy difícil que lo aceptara”, lamentó. Laura Leguizamón había recibido tratamiento psiquiátrico y medicación por parte de especialistas, pero la gravedad del cuadro no fue comprendida por completo, ni siquiera por su entorno más cercano.
El horror en Villa Crespo
La masacre de Villa Crespo ocurrió el miércoles 21 de mayo, cuando la empleada doméstica de la familia llegó al departamento ubicado en la calle Aguirre y descubrió una escena que parecía sacada de una película de terror: los cuerpos sin vida de Adrián Seltzer, su esposa Laura, y los hijos del matrimonio, Ian e Ivo.
De acuerdo con los fiscales del caso, Laura Leguizamón atacó en primer lugar a su esposo mientras dormía. Luego, en un espiral de violencia, fue por sus hijos. Según fuentes cercanas a la investigación, uno de los niños logró escapar herido, pero Laura lo alcanzó y terminó con su vida en el comedor. El otro hijo intentó refugiarse en su habitación, pero fue asesinado en el pasillo.
Un final desgarrador
Tras cometer el crimen, Laura Leguizamón se dirigió al baño del departamento, donde se autoinfligió heridas fatales en el pecho y cortes en las muñecas. La autopsia reveló que murió tras arrastrarse unos metros dentro del baño, dejando una escena devastadora para quienes encontraron los cuerpos.
Este crimen estremeció al barrio de Villa Crespo y dejó interrogantes sobre cómo la salud mental puede deteriorarse a niveles tan extremos sin que ni siquiera los familiares más cercanos lo perciban. “Era una persona buena, pero estaba atrapada en su propia mente”, lamentó Nora.
El impacto en la comunidad
Vecinos y allegados a la familia Leguizamón-Seltzer aún no logran comprender lo sucedido. “Eran personas queridas, una familia normal. Nadie esperaba algo así”, comentó una vecina. Las muestras de dolor y solidaridad se multiplicaron en la comunidad, mientras que los medios de comunicación intentaron desentrañar los motivos que llevaron a Laura a cometer semejante acto.
El caso también despertó un debate sobre la salud mental, la necesidad de mayor concientización, y los límites del acompañamiento familiar y profesional en cuadros psiquiátricos complejos.
Reflexiones de la familia
En su testimonio, Nora expresó que desea que la tragedia sirva para generar conciencia: “Esto no debería haber pasado. Necesitamos más apoyo para las personas que están luchando con su mente. Si esto ayuda a alguien a pedir ayuda o a identificar señales, al menos algo bueno saldrá de tanto dolor”.
Además, resaltó el silencio y el estigma que aún persisten alrededor de las enfermedades mentales: “Mi hermana se sentía sola, atrapada. Y nosotros también nos sentimos impotentes ante lo que estaba pasando”.
El futuro de la investigación
Mientras la justicia continúa investigando los detalles de este horrible episodio, la comunidad se pregunta si algo más se podría haber hecho para evitarlo. Se espera que las autoridades profundicen en el tratamiento que Laura Leguizamón estaba recibiendo y en las circunstancias que la llevaron a semejante desesperación.
La masacre de Villa Crespo no solo deja una familia destruida y una comunidad conmocionada, sino que también plantea interrogantes urgentes sobre cómo la salud mental puede convertirse en un punto ciego, incluso para los seres queridos.