En una operación sorpresa que ha sido calificada como uno de los operativos de fuerzas especiales más importantes de la guerra, las fuerzas ucranianas lograron infiltrarse en territorio ruso y destruir o inutilizar 40 aviones bombarderos. El ataque se llevó a cabo mediante drones lanzados desde camiones infiltrados en Rusia, afectando bases aéreas en Belaya, Siberia, Olenia y otras localidades. Según el presidente Zelensky, esta operación fue planificada durante 18 meses y representa una pérdida económica para Rusia de aproximadamente 10 mil millones de dólares.