El sucesor de Francisco

Cónclave 2025: por qué los cardenales deben cambiar su nombre al ser elegidos papas

Tras el fallecimiento del papa Francisco, el mundo católico se prepara para un nuevo Cónclave. La elección del sucesor no solo definirá el futuro de la Iglesia, sino también un nombre: uno que encierra historia, simbolismo y fe.

Cónclave 2025: por qué los cardenales deben cambiar su nombre al ser elegidos papas

Cónclave 2025: por qué los cardenales deben cambiar su nombre al ser elegidos papas

En el inicio del Cónclave, este miércoles 7 de mayo en la Capilla Sixtina, los cardenales del mundo se reunirán para elegir al próximo líder de los más de 1.300 millones de católicos. Será el papa número 267 en la historia de la Iglesia y, como marca la tradición, tendrá que elegir un nuevo nombre.

Aunque muchos lo dan por sentado, el cambio de nombre papal es una de las costumbres más antiguas y simbólicas del Vaticano. Desde tiempos remotos, los papas optan por dejar su nombre de nacimiento al asumir la silla de San Pedro, y adoptar uno nuevo que represente su misión espiritual, inspiración personal o legado deseado.

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Un gesto de fe y ruptura con el pasado

La costumbre se remonta a los inicios del cristianismo. Simón, primer papa de la historia, fue rebautizado como Pedro (del griego "Petros", piedra), cuando Jesús le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

Siglos más tarde, el Papa Juan II retomó esta idea espiritual al convertirse en el primer pontífice en renunciar a su nombre de nacimiento: Mercurio, considerado inadecuado por su origen pagano. Desde entonces, la costumbre se consolidó como parte del ritual de sucesión.

Nuevo Papa en el Vaticano: cómo eligen su nombre

Una vez que un cardenal alcanza los dos tercios de los votos durante el Cónclave, el Cardenal Decano le formula la pregunta clave: "¿Aceptás tu elección como Sumo Pontífice?" Si la respuesta es afirmativa, le sigue otra: "¿Cómo querés que te llamemos?" (Quomodo vis vocari?, en latín).

El nombre elegido se anuncia al mundo en la fórmula tradicional: "Habemus Papam", seguida del nuevo nombre papal. Desde entonces, ese será el único por el cual se lo conocerá en su pontificado.

Aunque no hay reglas estrictas sobre cuál nombre usar, la mayoría de los papas lo hacen en homenaje a santos, predecesores o para enviar un mensaje simbólico. Solo dos papas desde el siglo VI mantuvieron su nombre de nacimiento: Adriano VI y Marcelo II.

Los nombres más repetidos

A lo largo de la historia, algunos nombres han sido elegidos con especial frecuencia. Entre los más utilizados:

  • Juan (23 veces)

  • Gregorio (16)

  • Benedicto (16)

  • Clemente (14)

  • Inocencio (13)

  • León (13)

  • Pío (12)

En cambio, ningún Papa ha vuelto a llamarse Pedro, por respeto al primer líder de la Iglesia designado por Cristo.

El caso del papa Francisco: un nombre con mensaje

En 2013, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio hizo historia al convertirse en el primer papa latinoamericano. Y también lo hizo al elegir un nombre nunca antes utilizado: Francisco, en homenaje a San Francisco de Asís.

La elección no fue casual. Según contó el propio pontífice, el cardenal brasileño Claudio Hummes le susurró en el momento de la votación: “No te olvides de los pobres”. Esa frase marcó su elección. “Francisco es el hombre de la paz, de la pobreza, del cuidado de la creación”, explicó Bergoglio poco después.

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Un nuevo nombre, una nueva etapa

Con el fallecimiento de Francisco, se cierra un capítulo de la historia de la Iglesia y comienza otro. El nuevo Papa no solo tendrá que enfrentar desafíos espirituales, sociales y políticos, sino también elegir con sabiduría el nombre que lo acompañará en esa misión.

Será, otra vez, un gesto simbólico, pero poderoso: el nacimiento de un nuevo liderazgo.

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