Un encuentro pactado y una trampa mortal
Según fuentes cercanas a la investigación, Alejandro Emanuel Meza había acordado reunirse con uno de los acusados para vender un dije de oro. Era un objeto de valor, y ese intercambio había sido pactado previamente. Sin embargo, lo que parecía una transacción sencilla derivó en un final trágico.
Luis Alberto Fernández, de 35 años, confesó ser el autor del homicidio. Aportó detalles escalofriantes: disparó contra Meza y luego, junto a su cómplice Nahuel Saucedo, alias "Pichichu", se deshicieron del cuerpo.
"Luis Fernández confesó haberlo matado de un disparo", indicaron fuentes del caso. El vehículo utilizado, un Renault Logan, también quedó involucrado en la escena del crimen. Ese coche fue conducido por Saucedo en el momento clave, según consta en la investigación.
Una confesión que rompió el silencio
Durante su declaración, Fernández no solo asumió su responsabilidad, sino que también implicó a Saucedo como partícipe necesario en el hecho. Aseguró que ambos planearon el ataque, aunque los móviles aún no han sido esclarecidos del todo.
Hasta el momento, la principal hipótesis apunta a que el crimen fue cometido con el fin de robar el dije de oro. Pero la Fiscalía no descarta otras motivaciones, incluyendo posibles deudas o conflictos previos entre las partes.
“Descartaron el cuerpo en una zona rural”, detallaron voceros de la causa. La ubicación exacta no ha sido revelada por motivos judiciales, pero se confirmó que fue en cercanías de la localidad de Machagai, lo que facilitó las tareas de búsqueda que venían desarrollando desde hacía días.
Una búsqueda desesperada, una comunidad movilizada
Desde el momento en que se reportó la desaparición de Alejandro Emanuel Meza, familiares y vecinos iniciaron una campaña para dar con su paradero. Se organizaron marchas, cadenas de mensajes y publicaciones en redes sociales. La comunidad chaqueña mostró una profunda solidaridad frente a la angustia de los allegados del joven.
Esa presión social también contribuyó a que las autoridades intensificaran el operativo, lo que llevó a la localización del cuerpo y la detención de los implicados en tiempo récord.
Imputación y cargos judiciales
Tanto Fernández como Saucedo están imputados por homicidio agravado, una calificación que implica la pena máxima contemplada por el Código Penal argentino. Los acusados permanecen detenidos y a disposición del fiscal Collado, quien no descarta ampliar la acusación si surgen nuevos elementos.
“Vamos a profundizar las diligencias para determinar con precisión el grado de responsabilidad de cada uno”, explicaron desde la Fiscalía. En ese sentido, se espera que pruebas periciales, análisis balísticos y registros de comunicaciones ayuden a completar la reconstrucción de los hechos.
Machagai, entre el dolor y la indignación
El crimen de Alejandro Emanuel Meza dejó un impacto profundo en Machagai. No solo por la violencia del hecho, sino por el modo en que se ejecutó: con premeditación, traición y brutalidad.
En los días posteriores a la confirmación del homicidio, las redes sociales se llenaron de mensajes de dolor, fotos del joven y pedidos de justicia. En su mayoría, los comentarios expresaban una mezcla de tristeza e impotencia ante un crimen que, a todas luces, pudo haberse evitado.
“Era un buen pibe, siempre laburando, nunca se metía con nadie”, dijo un vecino de la familia Meza. Otros allegados aseguraron que Alejandro era una persona de confianza y que jamás imaginaban un final así para alguien como él.
Un proceso judicial que apenas comienza
Aunque ya hay dos detenidos y una confesión formal, el caso no está cerrado. La investigación seguirá su curso con nuevas medidas y posiblemente se llamará a declarar a más testigos. También se indagará en el entorno de los acusados, para verificar si hubo más personas involucradas o si el hecho guarda relación con otros delitos.
Desde la Justicia chaqueña se comprometieron a llevar el proceso con celeridad, pero también con rigor. “Queremos justicia, pero no una justicia a medias”, expresó una tía del joven durante una manifestación frente a la comisaría local.
El crimen de Alejandro reavivó, además, el debate sobre la inseguridad en zonas rurales y la facilidad con la que se cometen delitos en contextos donde la presencia del Estado es limitada.
La última imagen y el recuerdo imborrable
La última vez que se vio con vida a Alejandro Emanuel Meza fue el sábado 3 de mayo. Vestía ropa informal, llevaba consigo el dije de oro y salió rumbo a un encuentro que, según creía, sería rutinario. No volvió.
Ese recuerdo —el de una salida inocente que terminó en muerte— es el que persiste entre quienes lo conocieron. El caso aún tiene muchas preguntas sin responder, pero una cosa es cierta: el nombre de Alejandro Emanuel Meza quedará grabado en la memoria de una comunidad que hoy exige verdad y justicia.