Nazismo

Los "enanos de Auschwitz": la historia de la familia Ovitz y cómo sobrevivieron al horror nazi

Eran siete artistas con enanismo que llegaron al campo de concentración. Fueron separados del resto de los prisioneros por el médico nazi Josef Mengele y los sometieron a experimentos salvajes.
Originarios de Rumania

Originarios de Rumania, los Ovitz pudieron sobrevivir a los más crueles experimentos. 

No pasaron inadvertidos. Cuando uno de los guardias los vio descender del tren, no dejó de asombrarse por la estatura que tenían todos los integrantes. Y se puso a contarlos: “Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete”. De inmediato, dio la orden de que mantuvieran al grupo a salvo y fue corriendo a despertar a uno de sus superiores, el tristemente célebre médico nazi Josef Mengele.

El viernes 19 de mayo de 1944 llegaron siete enanos al campo de concentración de Auschwitz. Mengele era apodado como el Ángel de la Muerte, ya que decidía quien moría en las cámaras de gas, quienes serían los esclavos y quienes podrían contribuir a la ciencia nazi.

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Armaron La Lilliput Troupe, una compañía que bailaba y cantaba

Armaron La Lilliput Troupe, una compañía que bailaba y cantaba

Varios testimonios recuerdan que ese día el médico disfrutó cuando recibió la noticia y se apuró por ir a ver si era real lo que le estaban contando. Al verlos, lanzó la frase: “Ahora tengo trabajo por 20 años”, dijo emocionado.

La familia Ovitz

Mengele se encargó de llamarlos “fenómenos”. Todos los integrantes de la familia Ovitz lograron sobrevivir en Auschwitz. Años más tarde, Perla, la menor de las hermanas, recordaba esa llegada al campo de concentración y llegó a reflexionar: "Si hubiéramos tenido un tamaño normal, hubiéramos sido asesinados y quemados esa misma noche".

La familia Ovitz era de origen húngaro y vivían en Rozavlea, una localidad del norte de Transilvania, que corresponde a Rumania. El patriarca del clan era un rabino llamado Shimshon Eizik, que tenía enanismo. Es un trastorno de carácter genético que afecta el crecimiento de los huesos llamado pseudoacondroplasia. El hombre, de apenas 90 centímetros de estatura y de gran talento artístico, tuvo diez hijos con dos mujeres diferentes, siete de los cuales heredaron su enanismo.

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Los Ovitz sirvieron para los experimentos del doctor Mengele.

Los Ovitz sirvieron para los experimentos del doctor Mengele.

El tamaño de Shimshon nunca fue obstáculo para conquistar mujeres más grandes como por ejemplo a Brana Fruchter y Batia Husz, con quienes tuvo 10 hijos, siete de los cuales heredaron su pequeñez. Rozika y Franziska eran de Brana. Mientras que Avram, Frieda, Micki, Elizabeth y Perla eran de Batia. Solo Sarah, Leah y Arie tuvieron una talla normal y todos nacieron entre 1886 y 1921.

Los experimentos del doctor Mengele

Cuando Shimshon murió en 1923, a sus hijos se les ocurrió algo que les permitió ganarse la vida y brillar aún más. Shimshon había educado a sus hijos a tocar instrumentos, a cantar y contar historias, y sobre todo, a sonreír siempre.

Armaron La Lilliput Troupe, una compañía que bailaba y cantaba. Eran carismáticos y tenían mucho sentido del humor. Se dedicaron a viajar con su espectáculo por toda Europa central. Lo hicieron en plena Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, cuando en 1944 estaban en Hungría, las tropas alemanas invadieron ese país y los capturaron. El horror y la marca quedó para siempre marcada en la vida de los hermanos.

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Josef Mengele nació en Alemania el 16 de marzo de 1911.

Josef Mengele nació en Alemania el 16 de marzo de 1911.

Así llegaron al campo de concentración de Auschwitz, el más complejo de aniquilación de los nazis. Allí murieron un millón de personas y se estima que de cada diez prisioneros, uno solo se salvó de las cámaras de gas. Sin embargo, los Ovitz sirvieron para los experimentos del doctor Mengele y vivieron otra realidad.

Mengele argumentaba que quería mejorar la raza humana por medio de diferentes pruebas genéticas. Los gemelos despertaban en él mucha curiosidad. Pero cuando se enteró de la familia Ovitz, se encargó de experimentar sus macabros ensayos.

Perla, la menor, llegó a decir tiempo después: “A mí me salvó el diablo y que Dios se haga cargo de él”. El libro “En nuestros corazones éramos gigantes”, Perla narró todo el origen de la familia y los infinitos dolores e incertidumbres que les tocó vivir.

Perla prometió contarle al mundo su historia y que el nombre de su clan jamás quedara en el olvido. Mengele y sus hombres habían torturado y descuartizado a varios gemelos. Luego de asesinados, los hervían hasta que quedaran solo sus huesos y los esqueletos iban a un museo de Berlín.

Uno de los hermanos Ovitz recuerda haber visto cómo arrojaron a otro enano a un baño de ácido. Pero los siete hermanos, más otros cinco miembros de la familia, permanecieron en el lugar para prisioneros especiales, donde recibían una modesta alimentación y no tenían que realizar ningún tipo de trabajo forzado.

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Los siete artistas que lograron sobrevivieron al campo de concentración de Auschwitz

Los siete artistas que lograron sobrevivieron al campo de concentración de Auschwitz

Pero no todo fue tranquilidad para los Ovitz. Como parte de ese experimento para saber todo el ADN genético, sufrieron dolorosos e indignantes tratamientos. A las mujeres les inyectaban sustancias químicas en el útero, les extirpaban muestras de tejido y les extraían fluido de la médula espinal.

Todos los médicos que estaban al servicio de Mengele les vertían primero agua hirviendo y luego helada en sus oídos (lo que les hacía perder la cordura) y también les echaban unas gotas en los ojos que los cegaban. Y, con toda la sevicia, les extraían los dientes sanos, les arrancaban el pelo y las pestañas, todo para ver si había alguna diferencia entre ellos y los demás.

"Comparaba nuestra sangre para ver si éramos del mismo padre"

Perla se encargó de contar que Mengele hacía comparaciones inagotables: “Sacaba la sangre de nuestras hermanas mayores enanas, quienes habían nacido de otra madre, y la comparaba con la nuestra para comprobar si de verdad proveníamos del mismo padre. Comparaba nuestra sangre con la de nuestras hermanas altas para ver de qué manera era diferente; no podía dejar de preguntarse cómo esa cantidad tan elevada de enanos podía haber salido de dos madres altas y un mismo padre enano”.

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Perla prometió contarle al mundo su historia y que el nombre de su clan jamás quedara en el olvido.

Perla prometió contarle al mundo su historia y que el nombre de su clan jamás quedara en el olvido.

Raphael Falk fue profesor del departamento de genética de la Universidad Hebrea y llegó a decir que revisó los exámenes médicos existentes. Según él, Mengele no tenía idea de qué estaba buscando. Por eso los repetidos test y la gran cantidad de sangre que les sacó.

Cuando los soviéticos liberaron el campo de concentración el 27 de enero de 1945, la familia Ovitz empezaba a sentir que el científico se cansaría pronto de ellos, y que los iba a separar después de ocho meses de experimentos. Y así fue. Unos días antes, Mengele había abandonado Auschwitz con dos maletas llenas de documentos con sus investigaciones.

La estadía de Mengele en Buenos Aires

Mengele llegó a Buenos Aires en agosto de 1949. Pudo ingresar a la Argentina con un pasaporte a nombre de Helmut Gregor y cargando muestras médicas que llamaron la atención. El las definió como "notas biológicas". Se instaló en un hotel de Palermo y luego se mudó a la casa que era de Gerhard Malbranc, uno de los testaferros de los dineros nazis que se habían girado al país durante la guerra. En Argentina, el médico nazi trabajó como agente comercial para una empresa de maquinaria agrícola. Murió el 7 de febrero de 1979.

Mientras tanto, los Ovitz se encargaron de volver al escenario, ahí donde siempre estaban con una sonrisa. Se encargaron de dar espectáculo, de cantar, de bailar y así siguieron recorriendo gran parte de Europa. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta principio de la década del 60´, los Ovitz tenían el orgullo de haber sobrevivido al Holocausto. Decidieron llamarse a silencio y se enfocaron en reconstruir sus vidas. Solo concentraron su energía en potenciar el vínculo familiar y en seguir conectados con el arte.