“Si solo estuviéramos él y yo, sería mucho más normal de lo que uno se imagina”, reveló.
Sin embargo, reconoció que fue presionada en más de una ocasión a mantener relaciones sexuales, especialmente en grupo. Recordó que había bandejas repletas de lubricantes, vaselina, aceites y pañuelos descartables distribuidas por toda la propiedad: “En los baños, junto a la piscina, en las canchas de tenis. Era raro”.
Madison se mudó a la Mansión Playboy en 2001, cuando tenía apenas 21 años y Hefner 75. La relación duró hasta 2008, y con el paso del tiempo, la exmodelo llegó a calificarla como una forma de "síndrome de Estocolmo".
En el documental Secrets of Playboy, emitido en 2022, Madison y otras exconejitas describen el entorno como una especie de secta. La primera vez que pasó la noche con Hefner fue, según sus propias palabras, una experiencia humillante:
“No hubo romance ni seducción. La habitación estaba oscura, con una pantalla gigante pasando cine porno. Todo fue mecánico y robótico. Me impactó mucho que no quisiera usar protección. Fue realmente asqueroso”.
Al día siguiente, Holly se mudó a la mansión. Allí, según cuenta, comenzó de inmediato un proceso de adoctrinamiento donde todo parecía girar en torno a una supuesta “vida maravillosa”.
Más allá de las situaciones dolorosas, Madison también recordó aspectos positivos de su paso por Playboy. Dijo que disfrutó posar para la revista y trabajar en la producción de sesiones fotográficas:
“Siempre me encantaron las fotos. Quería salir en Playboy desde antes de conocer a Hef. Producir sesiones con otras conejitas fue divertidísimo”.
Hoy, a la distancia, su testimonio sigue aportando una mirada profunda —y muchas veces incómoda— sobre el lado oculto de la mítica mansión.