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De altos y petisos, de hinchas por streaming y el mito partido

Carlos Arasaki
por Carlos Arasaki |
De altos y petisos, de hinchas por streaming y el mito partido

Los primeros en ser noticia fueron los altos, allá por julio. Como si fuera la antesala de Space Jam 2 o algún largometraje de ese mágico mundo, la NBA anunció que la temporada se completaría en el complejo Walt Disney World de Orlando. Hasta tres meses de lujoso confinamiento dentro de una burbuja tan exigente como majestuosa para 22 de las franquicias más relevantes del deporte mundial. LeBron James no necesitó a Bugs Bunny para montar un final de película: MVP de las Finales, cuarto anillo, primer título de los Lakers en una década y un épico homenaje para Kobe Bryant, fallecido en enero en un accidente aéreo.

En ese octubre de la consagración, en otra ciudad que alberga su propio Disney, pero con protagonistas más de 30 centímetros más petisos, los peques argentinos volaron alto en París para abrazarse a dos semifinales con historia. Nadia Podoroska, que arrancó el año 258ª en el ranking WTA y lo terminó 47ª, se transformó en la primera tenista en la historia en meterse entre las cuatro mejores de Roland Garros luego de atravesar la qualy. Diego Schwartzman edificó el mejor año de su carrera, con la incursión en el Top 10 y la clasificación al Masters incluida.

Facundo Campazzo supo que es el basquetbolista más bajo de la historia de la NBA sin experiencia universitaria en Estados Unidos recién cuando su pase a Denver Nuggets ya se había concretado, a fines del mes pasado. Su inédito 1,78 metros sólo resalta las aptitudes con el que el base cuenta para suplir su falta de estatura. Y en estas primeras semanas intentará rasguñar minutos para demostrar por qué está en la meca del básquet.

Diego Maradona cumplió 60 años el 30 de octubre y ese mismo día volvió el fútbol argentino después de casi siete meses. Al entrenador de Gimnasia lo arrastraron a un homenaje innecesario para resaltar “el producto” y a sus patrocinadores. No fue la continuidad de la suspendida Copa de la Superliga, que se dio por finalizada, sino el inicio de un torneo nuevo, con un sorteo previo vergonzoso y un formato tan poco claro como atractivo. Y, además, con los hinchas gritándoles a los televisores en sus casas.

Diego Maradona murió el 25 de noviembre menos de un mes después de cumplir 60 años y ese mismo día se murió una parte del fútbol argentino. Muchos millones de compatriotas sintieron que se les escurrió la infancia. Y un país entero lloró al mito que desde hace tiempo ya era inmortal. Todavía con los ojos rojos por la partida del Pelusa, trece días después se murió Alejandro Sabella, el sucesor de Maradona como técnico argentino en un Mundial y un caballero del fútbol respetado y admirado.

El fútbol argentino esconde su dolor y sus miserias puertas adentro. Se maquilla las ojeras con orgullo y con coraje para salir de casa y andar sonriendo por el continente. Así, Boca y River cierran el año entre los semifinalistas de la Copa Libertadores y Vélez, Lanús y Defensa y Justicia están entre los cuatro mejores de la Sudamericana.

Nadie imaginó que la principal afectación del deporte argentino en 2020 no sería la pandemia de coronavirus. No bastaron tres días de duelo ni alcanzará toda una cuarentena de dolor porque no hay vacuna que pueda curar la pérdida del ídolo más popular de la historia de este suelo.