En el Club Tupungato, todos conocían a Tito. Jugaba al fútbol, compartía tardes con amigos y era parte del paisaje cotidiano. Su familia vivía en el predio porque su padre trabajaba como sereno. Aquella familiaridad con el lugar no evitó la tragedia, que hoy pone en evidencia presuntas negligencias estructurales que podrían haber causado su muerte.
El hecho está siendo investigado por la Fiscalía del Valle de Uco. El ayudante fiscal Adrián Frick dispuso una serie de medidas urgentes para determinar cómo fue posible que un niño tuviera acceso a un área con cables sin protección adecuada.
Apenas conocida la noticia, intervinieron en el lugar agentes de la Comisaría 20°, la Policía Científica y la Unidad de Investigaciones de Tupungato (UID). El objetivo es claro: establecer si hubo responsabilidad institucional en el deceso del menor.
Entre las hipótesis que maneja la fiscalía, se analiza si el cableado que provocó la descarga se encontraba en condiciones irregulares, si existía una señalización de riesgo o si se vulneraron normas de seguridad eléctrica en el predio.
Las pericias preliminares son clave para entender el contexto en el que Tito Isai Santino accedió al techo. La presencia de corriente en una zona tan próxima a viviendas y canchas plantea serios interrogantes sobre la responsabilidad del club y los controles municipales en predios deportivos que además son habitados por familias.
El Club Social y Deportivo Tupungato emitió un comunicado en sus redes sociales donde despidió a Tito con palabras conmovedoras, pero evitó pronunciarse sobre lo ocurrido. “Hoy el cielo gana un ángel, un ser de luz y alegría. Su sonrisa quedará por siempre en el corazón de quienes compartimos momentos con él”, escribieron.
También agregaron: “Santi, siempre vas a ser parte de esta familia. Que vueles alto, campeón”. El posteo fue acompañado por fotos del niño con la camiseta del club y numerosos mensajes de usuarios que exigieron justicia y respuestas. Otros, simplemente ofrecieron condolencias.
Pero hasta ahora, la institución no ha informado si el cableado formaba parte de una instalación autorizada ni si existían advertencias o barreras de protección. Tampoco se conocen detalles sobre posibles revisiones previas a la tragedia.
El sábado al mediodía, familiares, amigos y vecinos despidieron al niño en la Iglesia Bíblica Misionera, ubicada en la calle Malbec 2998, en el Barrio Jardín del Sauce. La comunidad de Tupungato acompañó a los padres de Tito con profundo respeto. Muchos de los presentes no pudieron contener las lágrimas. La tristeza era unánime, pero también la indignación.
"Era un chico alegre, lleno de energía. Amaba jugar al fútbol y soñaba con ser profesional. Esto no tendría que haber pasado", dijo una vecina que asistió al velorio.
La muerte de Tito Isai Santino expone una realidad peligrosa: los clubes barriales que combinan actividad deportiva y vivienda, sin controles claros ni normas homogéneas de seguridad. El caso pone bajo la lupa a las condiciones eléctricas de muchas instituciones que, como el Club Tupungato, se convierten en hogar y cancha al mismo tiempo.
¿Quién habilitó esa conexión eléctrica? ¿Por qué no había una advertencia visible? ¿Cuántos clubes más están en las mismas condiciones? Las autoridades prometen respuestas, pero aún no hay plazos ni imputaciones.
Mientras tanto, el dolor por la pérdida de Tito permanece intacto. En la entrada del club, los chicos dejaron flores, una camiseta firmada y una pelota. “Te vamos a extrañar”, decía un cartel escrito a mano. Es un recordatorio de lo que no debía pasar.
Aunque aún falta avanzar con las pericias, el caso podría generar un efecto dominó. Las fiscalías de Mendoza ya evalúan realizar inspecciones preventivas en otras sedes deportivas donde viven familias o niños transitan a diario. La idea es detectar fallas antes de que otra tragedia vuelva a repetirse.
“Queremos que esto no vuelva a pasar. El club tiene que dar explicaciones y la justicia tiene que actuar. No puede ser que un nene muera por una pelota”, afirmó un integrante del grupo de vecinos autoconvocados que pide una auditoría general al Club Tupungato.
Lo cierto es que Tito Isai Santino se convirtió, involuntariamente, en el rostro de una negligencia que estaba ahí, silenciosa. Una omisión letal. El lugar que debía protegerlo le quitó la vida.