DOLOR ABSOLUTO

"Mami, yo no quiero": la dura trama detrás de la muerte de Celeste, la nena que intentaron cruzar al Paraguay y terminó muy mal

El hecho ocurrió el sábado por la tarde y dejó al descubierto una trama oculta de violencia, desesperación y huida.

Mami, yo no quiero: la dura trama detrás de la muerte de Celeste, la nena que intentaron cruzar al Paraguay y terminó muy mal

La nena de 4 años murió este fin de semana mientras cruzaba en una precaria canoa con su familia desde Puerto Lapacho, en Misiones, hacia Paraguay. El hecho ocurrió el sábado por la tarde y dejó al descubierto una trama oculta de violencia, desesperación y huida.

Celeste Maribel Ruíz Díaz estaba acompañada por su madre Beatriz (29), su hermanito de 2 años y la pareja de su madre, Ariel Arcenio, de nacionalidad paraguaya y con un pedido de captura vigente por un grave delito contra la integridad sexual. Todos intentaban pasar al país vecino de forma ilegal. El bote en el que viajaban se hundió a mitad del trayecto. Solo Celeste no sobrevivió.

Según confirmaron fuentes oficiales, el grupo intentó evitar los controles migratorios. El destino no era turístico ni familiar: era una fuga. El hombre, buscado por la Justicia misionera, habría convencido a Beatriz de escapar. La pequeña Celeste, sin embargo, no quería subirse a esa canoa.

Su abuela, Clara, relató a medios locales que la nena le había suplicado a su mamá que no la llevara. “Mami, yo no quiero ir a Paraguay. Yo me quiero quedar en la casa de mi tía Mónica nomás”, contó con dolor. A pesar de ese pedido, su madre decidió llevarla igual.

La historia tomó un giro escalofriante al conocerse que Arcenio tenía causas judiciales pendientes. Según detalló la abuela materna, su hija Beatriz ya había vivido situaciones de violencia extrema. “El 31 de julio del año pasado mi hija me llamó y me dijo: ‘Mami, salvame. Él casi me mató anoche. Si no era por el bebé, que se tiró encima de él, el puñal le iba a dar’”, relató.

Clara insistió varias veces en que su hija debía alejarse de ese hombre. “Cuida a tus hijos, mándalos a la escuela”, le decía. Pero Beatriz volvía con él. Volvía siempre. Incluso esta última vez, cuando sabía que estaban escapando de algo más que la rutina: huían de la Justicia.

Ariel Arcenio es buscado por una causa en trámite en el Juzgado de Instrucción N.º 2 de Jardín América, Misiones. El delito está relacionado con un ataque a la integridad sexual, aunque los detalles del caso aún no fueron revelados públicamente por el juzgado.

La tragedia del río dejó al descubierto una verdad oculta: un hombre acusado de un crimen grave, una mujer atrapada por el miedo y una niña que pagó con su vida una decisión que no tomó.

Tras el naufragio, la madre y el hermanito de Celeste lograron sobrevivir. El cuerpo de la niña fue hallado el domingo, río abajo, a varios kilómetros del lugar donde se hundió la canoa. Ariel, en tanto, logró salir del agua, pero se encuentra desaparecido desde entonces. La Justicia lo sigue buscando, ahora por doble motivo: su causa previa y su posible responsabilidad en la muerte de la niña.

Las autoridades continúan investigando si se trató de un intento planificado de fuga o si fue una improvisación desesperada. Pero algo está claro: la pequeña Celeste no quería irse. Quería quedarse. Y nadie la escuchó.

En muchos puntos de la frontera entre Argentina y Paraguay, cruzar el río en embarcaciones artesanales es una práctica común. Las canoas, frágiles y sin condiciones de seguridad, transportan a diario a personas que no quieren —o no pueden— pasar por los puestos oficiales. Esta informalidad convierte cada cruce en una ruleta rusa.

El sábado, en una de esas canoas, viajaba una niña que apenas hablaba de sus deseos con inocencia. A su edad, no entendía de prófugos, causas judiciales ni violencia de género. Solo quería quedarse con su tía. Ese deseo simple y claro fue ignorado. Y el precio fue el peor.

El drama de las mujeres que no logran escapar a tiempo

Beatriz, como tantas otras mujeres atrapadas en relaciones violentas, no logró salir a tiempo. Las advertencias de su madre y los antecedentes del hombre con el que vivía no alcanzaron para cortar el ciclo. En su huida, arrastró a sus hijos a una situación límite.

Aunque ella y su hijo menor sobrevivieron, la pérdida de Celeste se vuelve una tragedia doble: por lo que sucedió y por todo lo que se pudo haber evitado. La pregunta que se repite ahora es una sola: ¿quién escuchó a esa niña antes de que el agua se la llevara?

En Misiones, el caso conmocionó a toda la comunidad. Los vecinos de Puerto Lapacho conocían a la familia y aseguran que sabían del carácter violento de Arcenio. “Siempre la veíamos con moretones. Ella decía que se había caído, pero sabíamos que no era así”, dijo un testigo bajo anonimato.

La historia de Celeste no es aislada. Es el espejo de muchas otras infancias marcadas por decisiones adultas, por omisiones del Estado, por contextos familiares complejos. Y por una Justicia que muchas veces llega tarde.