La condena a Cristina Kirchner no solo reagrupa al peronismo sino que reconfiguró todo el mapa político opositor. Viejos rivales en la misma mesa, gobernadores ausentes y un operativo clamor que suena fuerte.
El fallo contra Cristina logró lo que hasta hace una semana parecía imposible. La foto de unidad de todo el peronismo, incluyendo sectores que hacía mucho habían abandonado la estructura partidaria; incluso muchos que fueron opositores a Cristina en distintas etapas de la trayectoria política de la expresidenta.
Contra todos los pronósticos, el peronismo empezó a moverse. No por estrategia, sino por reflejo. No por convicción, sino por supervivencia. La condena a Cristina Kirchner generó lo que ni las derrotas, ni las internas, ni el ajuste brutal de Javier Milei habían conseguido: una reunión con Máximo Kirchner, toda la Cámpora, Sergio Massa, Juan Grabois, Guillermo Moreno y Ricardo Quintela bajo el mismo techo. Y sin volarse a sillazos.
Fue en Matheu 130, sede del PJ nacional. José Mayans, que quedó como figura protocolar a cargo del partido mientras Cristina esté imposibilitada de ejercer, ofició de anfitrión. Fue él quien llamó uno por uno a los referentes dispersos del movimiento. Y todos, más temprano que tarde, respondieron.
El encuentro no fue una asamblea ideológica ni una cumbre programática. Fue un acto reflejo de defensa. Un instinto compartido: si la Corte puede bajarla a ella, puede ir por cualquiera. Por eso nadie preguntó mucho, y todos fueron. Hasta Guillermo Moreno, que llegó en silencio, habló solo de economía, y evitó las provocaciones.
La única ausencia resonante fue la de Axel Kicillof, gobernador de la provincia más importante y enfrentado con Cristina y La Cámpora. Desde los dos sectores salieron a avisar que no hubo invitación a gobernadores, que van a participar de un próximo encuentro.
Ricardo Quintela, el gobernador de La Rioja, sí se sumó al encuentro del jueves. Pero no en calidad de mandatario, sino como presidente del PJ provincial.
Tampoco aparecieron, al menos por ahora, figuras como Osvaldo Jaldo y Raúl Jalil. Ambos eligieron mostrarse juntos, inaugurando la repavimentación de la ruta 307 entre Amaicha del Valle y Catamarca. Fue el mismo jueves, poco antes de la cumbre del PJ. La postal habla por sí sola. No todos en el peronismo están dispuestos a pagar el costo de esa foto. Tampoco hay novedades del peronismo cordobés, de Salta o de Misiones. Habrá que esperar.
Cristina y La Cámpora arman una gran manifestación para el miércoles 18, día que Cristina se tiene que presentar en los Tribunales de Comodoro Py para conocer los términos de su detención. En el peronismo hay expectativa, pero también nerviosismo. Nadie descarta un desborde, y algunos creen que el juez podría optar por tomarle declaración por Zoom para evitar problemas.
El peronismo está armando columnas desde todas las provincias, como si fuese el 17 de octubre. Pero con menos fe y más bronca. El Gobierno va a tener que ver cómo ordena tremenda manifestación. Las columnas van a acompañar a Cristina desde su casa en San José 1111, barrio de San Cristóbal hasta Retiro. La presentación es a las 13; deberían salir tipo 9.
El operativo clamor tiene dos niveles: el simbólico y el operativo. En el primero, destaca el comunicado titulado “Argentina con Cristina”, que dramatiza el escenario con tono de manifiesto: habla de una "Argentina sin peronismo" como destino inevitable si la Corte logra su cometido.
En el segundo plano, Teresa García, secretaria del PJ detalló la lógica militar del despliegue: a la reunión del jueves del PJ nacional con ex candidatos presidenciales y partidos aliados se sumaron:
Pero incluso ese despliegue muestra sus límites. Cristina aglutina, sí, pero también espanta. Las denuncias por corrupción no fueron solo un patrimonio judicial, sino un lastre electoral. Hay sectores de la oposición que podrían confluir con el peronismo en su rechazo a Milei, pero frente a la posibilidad de quedar pegados a Cristina, prefieren buscar otro camino. Así, el peronismo suena fuerte, pero no logra sonar amplio. Y sin amplitud, no hay victoria.
"Vamos a volver", dicen. Por ahora, lo que vuelve es la pregunta: ¿con qué peronismo?
