Eyaculación precoz: respiración profunda, menos ansiedad y más control
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Una de las respuestas automáticas del cuerpo ante la excitación intensa es la aceleración de la respiración. Esto activa el sistema nervioso simpático –el encargado de preparar al organismo para la acción–, lo que puede llevar a un aumento de la tensión corporal, menor control sobre los reflejos y, en consecuencia, una eyaculación anticipada.
Aprender a respirar de forma consciente y pausada ayuda a activar el sistema parasimpático, que favorece la relajación y permite sostener el placer sin perder el control.
¿Cómo aplicar esta técnica?
Podés comenzar con un ejercicio básico, que también se usa en prácticas como el mindfulness o la meditación:
Inhalá por la nariz contando hasta cuatro, enfocándote en expandir el abdomen más que el pecho. Retené el aire entre dos y tres segundos. Exhalá suavemente por la boca durante seis segundos. Repetí este ciclo de respiración durante un par de minutos todos los días para entrenar el cuerpo. Durante el encuentro sexual, intentá mantener este ritmo: cuando sientas que la excitación aumenta demasiado, desacelerá tu respiración y concentrate en exhalar más largo que inhalar.
Este tipo de respiración no solo reduce la tensión física, sino que también mejora la percepción corporal y emocional del momento, ayudando a que el foco se desplace del “rendimiento” al disfrute compartido.
Fortalecé el suelo pélvico: ejercicios de Kegel para la eyaculación precoz
El músculo pubocoxígeo (PC), parte del suelo pélvico, es responsable de controlar varios procesos clave durante la respuesta sexual masculina, incluida la eyaculación. Cuando este músculo está débil, es más difícil controlar los reflejos involuntarios. Fortalecerlo a través de ejercicios específicos puede aumentar el control, reducir la frecuencia de la eyaculación precoz y, en muchos casos, mejorar también la calidad de la erección.
La forma más sencilla de identificar el músculo correcto es intentar detener el flujo de orina a mitad de camino: el músculo que se activa en ese momento es el que hay que entrenar.
Ejercicio básico: Kegel acostado
Acostate boca arriba sobre una superficie firme. Estirá las piernas y apoyá los brazos relajados a los costados. Contraé el músculo del suelo pélvico como si intentaras detener el flujo urinario y, al mismo tiempo, elevá levemente la pelvis, despegándola unos centímetros del suelo. Mantené la contracción entre tres y cinco segundos mientras respirás con normalidad. Luego, bajá lentamente la pelvis y relajá el músculo durante otros cinco segundos. Repetí entre 10 y 15 veces, una o dos veces por día.
A medida que ganes fuerza, podés aumentar la dificultad del ejercicio. Una opción es realizarlo con una sola pierna levantada mientras la otra permanece apoyada. Otra alternativa es prolongar el tiempo de contracción o practicarlo en distintas posturas: sentado, de pie o incluso caminando. Lo importante es evitar contraer los glúteos o el abdomen, ya que el foco debe estar solo en el músculo del suelo pélvico.
Los resultados pueden notarse en pocas semanas, siempre que haya constancia. Muchos hombres experimentan una mejora progresiva en el control eyaculatorio, en la intensidad del orgasmo y en la seguridad durante sus relaciones sexuales.
Estas dos estrategias —respiración consciente y entrenamiento del suelo pélvico— no requieren intervenciones médicas ni suplementos. Si bien no reemplazan un tratamiento clínico en los casos más complejos, pueden ser un punto de partida eficaz y accesible para recuperar el control y mejorar la experiencia sexual.
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La clave está en la práctica regular y en la comprensión de que el control eyaculatorio no es solo un desafío físico, sino también mental y emocional. Incorporar estas herramientas puede marcar una diferencia significativa en la calidad de vida íntima, sin necesidad de fórmulas mágicas ni soluciones externas.