Esta película de Netflix con Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence como protagonistas se mantiene entre las más vistas de la plataforma. Por qué no te la podés perder.
Netflix: Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence arrasan con la película que sigue batiendo récords.
Netflix tiene en su catálogo una película que, aunque estrenada en 2021, sigue generando impacto por su contenido provocador, su elenco de lujo y un enfoque satírico que incomoda. Dirigida por Adam McKay y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, esta historia propone una mezcla explosiva de humor negro, drama y crítica social.
La premisa parece sacada de una distopía, pero resulta tristemente cercana a la realidad. Dos astrónomos, interpretados por Lawrence y DiCaprio, descubren que un cometa va a chocar con la Tierra. El mundo debería estar en pánico. Pero no. La sociedad se sumerge en la negación, la banalidad y el show mediático. Esa contradicción brutal es lo que convierte a esta producción en una de las más comentadas.
Kate Dibiasky (Lawrence) es una estudiante de posgrado en Astronomía. Bajo la tutoría del doctor Randall Mindy (DiCaprio), detecta un objeto en el cielo. Lo que parece un hallazgo inofensivo pronto se convierte en una amenaza global: un cometa de grandes proporciones impactará con la Tierra en solo seis meses. El tiempo corre.
Lejos de generar una respuesta urgente, el hallazgo es recibido con escepticismo y cinismo. Los científicos acuden a la presidenta Orlean (Meryl Streep) y a su jefe de gabinete Jason (Jonah Hill), pero su postura es ridículamente tibia.
A partir de ahí, comienza una gira mediática que roza lo absurdo. Los astrónomos intentan alertar al mundo a través de programas como The Daily Rip, conducido por Brie Evantee (Cate Blanchett) y Jack Bremmer (Tyler Perry), pero se enfrentan a un sistema más interesado en la espectacularización que en la verdad.
El valor narrativo de No miren arriba no radica solo en su trama, sino en cómo la desarrolla. Adam McKay, reconocido por títulos como La gran apuesta, adopta aquí un tono mucho más ácido y directo. La película lanza una crítica feroz a los gobiernos, los medios, las redes sociales y la desconexión colectiva ante los temas cruciales.
Lo más llamativo de esta obra es su capacidad para equilibrar el entretenimiento con el mensaje. Es difícil lograr que una película con una carga crítica tan fuerte sea también divertida. Pero lo consigue. Y lo hace gracias a su guion afilado, a su ritmo dinámico y a interpretaciones memorables que mantienen al espectador atrapado incluso cuando lo que ve lo incomoda.
Es una de esas películas que, al terminar, no se olvidan fácilmente. Que dejan una pregunta rondando en la cabeza. Que incomodan, sí, pero también despiertan. Por eso, más allá de su formato, de su humor o de sus actores, es una película necesaria.