Una falla inesperada provocó que la cápsula se despresurizara. Es la presurización lo que permite que un avión o una nave espacial compense la presión externa a gran altura, haciendo posible vivir en ese “tubo” que desafía las condiciones donde, por ejemplo, no hay oxígeno.
Todo había sido planeado para esa gesta en la confrontación entre el mundo socialista y el capitalista. Y, en parte, la manera de encarar esa tarea terminó derivando en el trágico final de los astronautas, en menos de dos minutos.
Sentenciados a morir en 110 segundos: la tragedia de Soyuz 11
La Soyuz 11 (Soyuz significa “unión” en ruso) partió al espacio el 6 de junio de 1971, con la misión de acoplarse a la Salyut 1 (“saludo”), la primera estación espacial lanzada por el hombre. Debían acoplarse a esa estación, dar varias vueltas alrededor de la Tierra durante varios días y luego regresar a casa.
La parte fundamental de esta misión clave en la carrera espacial se cumplió con normalidad. Partieron a tiempo y, en el espacio exterior -donde no hay gravedad, pero tampoco oxígeno- lograron acoplarse y pasar a la estación. Los tres circunnavegaron el planeta en repetidas ocasiones. A fines de junio emprendieron el regreso, que terminaría en tragedia. En gran medida, la explicación está en las decisiones que se tomaron para construir la cápsula de la nave Soyuz.
El programa espacial soviético se caracterizaba por tener todo planeado al límite. Eso permitía reducir costos y lanzar con rapidez nuevos elementos al espacio, adelantándose a los Estados Unidos. El presidente Kennedy había intentado compensar esa desventaja con un impacto innegable: el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre en pisar la Luna.
La cápsula era, para explicarlo rápidamente, comparable a un avión: se presurizaba la cabina para garantizar la presión y el oxígeno necesarios para resistir en el espacio. Todo estaba tan reducido al mínimo que los cosmonautas no tenían lugar si usaban trajes espaciales. No entraban en la cápsula. Por eso, era la Soyuz 11 la encargada de generar las condiciones aptas para que pudieran respirar y vivir. Todo transcurrió según lo previsto hasta el inicio del regreso a la Tierra. Una falla, detectada por los propios astronautas, los condenó en apenas 110 segundos.
El sistema de presurización falló. De inmediato, la presión descendió a niveles insoportables y la generación de oxígeno cesó por completo. Dobrovolski, Patsayev y Volkov comprendieron entonces que estaban sentenciados. Fue una agonía breve: en menos de dos minutos, el cerebro colapsa al no recibir oxígeno suficiente.
Tras desacoplarse de la estación orbital, los tres cosmonautas se comunicaron con la base en la Tierra para anunciar que todo iba según lo planeado. No sabían que sería su último mensaje. Durante el reingreso, las naves atraviesan el escudo atmosférico, provocando interferencias que generan unos minutos de silencio radial, algo “normal”. Por eso, a los integrantes de la mesa de control no les sorprendió la ausencia de comunicaciones. Sin embargo, cuando el contacto no se restableció, llegó la primera señal de alarma.
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Sin inconvenientes que permitieran adivinar la tragedia. La nave Soyuz, acoplada a la estación orbital, alrededor de la Tierra. (Foto: Captura de TV)
La nave desplegó sus paracaídas y aterrizó sin inconvenientes en las planicies de Kazajistán. Pero cuando los expertos abrieron la escotilla, constataron lo peor: Dobrovolski, Patsayev y Volkov estaban muertos por asfixia, al quedarse sin oxígeno que respirar.
La falla mortal que marcó el peor final de los astronautas
Una válvula de ventilación se abrió accidentalmente. Estaba diseñada para equilibrar la presión cuando la cápsula estuviera ya dentro de la atmósfera, pero se activó demasiado pronto, cuando aún estaban en el vacío del espacio.
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!971, el funeral de los tres astronautas soviéticos. Los únicos muertos en el espacio hasta el día de hoy. (Foto: Spacefacts)
En apenas 30 segundos, la presión descendió a niveles incompatibles con la vida. Como los cosmonautas no vestían trajes presurizados (los interiores eran muy estrechos y se optó por volar con uniformes ligeros para acomodar a tres en lugar de solo dos con traje), quedaron expuestos a la despresurización total.
Un análisis posterior demostró que probablemente Volkov gritó en un instante de angustia, captado por las últimas mediciones del sistema a bordo. Luego, todos perdieron el conocimiento, sabiendo que solo les aguardaba la muerte. Los médicos concluyeron que habrían quedado inconscientes en menos de un minuto y fallecido poco después por hipoxia.
El legado de la tragedia del Soyuz 11
Tras este desastre, se rediseñaron las cápsulas y se estableció la norma de que los cosmonautas llevaran siempre trajes presurizados durante el lanzamiento, el acoplamiento y el regreso.
Otro episodio colateral cambió la lista de los “condenados a morir”. La tripulación original estaba compuesta por Aleksei Leónov, Valeri Kubásov y Piotr Kolodin, pero poco antes del lanzamiento, Kubásov enfermó de tuberculosis. El programa soviético exigía reemplazar a toda la tripulación si se perdía a un miembro, así que ingresaron los suplentes Volkov, Dobrovolski y Patsayev.
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Desesperado e inútil intento por asistir a los astronautas que murieron en el espacio. (Foto: Gentileza Danviet.com)
Hasta hoy, son los únicos tres seres humanos que murieron en el espacio exterior. Sus muertes obligaron a cambios fundamentales para la seguridad de las futuras misiones. Su sacrificio no fue en vano.