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El final más triste de la costurera de 61 años podría tener un desahogo de justicia: el asalto que conmovió a todos

De acuerdo con la investigación, Ulises Troncoso habría ingresado al domicilio de “Mimí” sabiendo que la mujer vivía sola.

El final más triste de la costurera de 61 años podría tener un desahogo de justicia: el asalto que conmovió a todos

A tres años del brutal crimen de Noemí “Mimí” Burella, una costurera de 61 años asesinada en su casa de la ciudad santafesina de Calchaquí, este martes a las ocho de la mañana comienza el juicio oral en los tribunales de Vera, donde dos hombres enfrentarán cargos relacionados con el ataque que estremeció a toda la comunidad.

Ulises Troncoso, señalado como el autor del crimen, y Jorge Zanel, acusado de encubrimiento, estarán sentados en el banquillo de los acusados. Troncoso enfrenta cargos gravísimos: homicidio calificado por alevosía, abuso sexual con acceso carnal y robo. En caso de ser hallado culpable, la pena podría ser prisión perpetua.

Un crimen cometido con brutalidad y premeditación

El hecho ocurrió durante la noche del 18 de agosto de 2022, en un horario estimado entre las 19:00 y las 23:00 horas, según reconstruyó la Fiscalía. De acuerdo con la investigación, Ulises Troncoso habría ingresado al domicilio de “Mimí” sabiendo que la mujer vivía sola. Aprovechándose de esa situación de vulnerabilidad, la habría atacado sexualmente, la golpeó brutalmente con un objeto contundente y, luego de asesinarla, robó dinero y su teléfono celular antes de huir del lugar.

Al día siguiente, la hija de la víctima, preocupada por no recibir respuestas de su madre, se acercó al domicilio ubicado en Calchaquí y descubrió la escena del horror: el cuerpo sin vida de Noemí se encontraba en una de las habitaciones, cubierto con un mantel. Esa imagen fue el punto de partida de una investigación que pronto daría un giro revelador.

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Una pista clave: el teléfono robado

El caso comenzó a esclarecerse cuando el celular de la víctima fue hallado en la casa de Jorge Zanel, el segundo imputado. En un primer momento, Zanel declaró que había obtenido el teléfono a cambio de drogas, una explicación que no convenció a los investigadores. Días después, cambió su versión y señaló directamente a Troncoso como el responsable del crimen.

Según declaró en sede judicial, Zanel confesó que Troncoso, bajo los efectos de las drogas, le admitió haber cometido el crimen. “Se había mandado una cagada”, fueron las palabras textuales que, según Zanel, escuchó de boca del acusado. En su testimonio, el encubridor afirmó que Troncoso le relató cómo había ingresado a robar a la casa de una mujer, cómo la encontró en una habitación, la golpeó hasta dejarla inconsciente y luego intentó abusar de ella. Finalmente, habría sustraído dinero en efectivo y abandonado el lugar.

El contexto de vulnerabilidad y el abuso del poder físico

El fiscal de la causa, Leandro Mai, remarcó que el acusado conocía la situación de soledad en la que vivía Noemí Burella y se valió de esa circunstancia para perpetrar el ataque. “El imputado sabía que la mujer vivía sola, y se aprovechó de ese estado de indefensión, de una relación desigual de poder y de su mayor fuerza física para atacarla sexualmente”, argumentó el representante del Ministerio Público Fiscal.

No obstante, las pericias genéticas arrojaron resultados que no confirmaron la presencia de ADN de Troncoso ni en la escena del crimen ni en el cuerpo de la víctima. Este dato, sin embargo, no fue suficiente para exculpar al acusado, dado que el cúmulo de pruebas circunstanciales y testimonios apuntan fuertemente en su contra.

Los protagonistas del juicio

El tribunal que tendrá a cargo el juicio estará integrado por los jueces Natalia Palud, Claudia Bresán y Martín Gauna Chapero, quienes deberán evaluar minuciosamente todas las pruebas presentadas, los testimonios y los peritajes técnicos.

Por su parte, Ulises Troncoso contará con la representación de un defensor público, mientras que Jorge Zanel será defendido por el Estudio Jurídico Sixto González & Asociados. El proceso promete ser intenso y cargado de emociones, en un contexto donde la comunidad de Calchaquí aún no ha sanado del dolor generado por este crimen atroz.

La espera de justicia

Para la familia de Noemí, la apertura del juicio marca el inicio de una etapa clave. Durante estos tres años, la lucha por justicia se convirtió en una bandera irrenunciable para los allegados a la víctima, quienes han acompañado cada instancia judicial, exigiendo que los responsables sean condenados con el peso total de la ley.

La ciudad de Calchaquí, de poco más de 12 mil habitantes, quedó marcada por este caso. El asesinato de una mujer conocida y querida, quien había dedicado su vida a la costura y a su familia, se transformó en un hecho emblemático que evidenció, una vez más, la vulnerabilidad de las mujeres frente a la violencia de género.

Un juicio clave para Santa Fe

El juicio por el femicidio de Noemí Burella se perfila como uno de los procesos judiciales más significativos del año en la provincia de Santa Fe, no solo por la crudeza del hecho, sino por la cantidad de elementos probatorios, contradicciones y responsabilidades que se analizarán.

El rol de Zanel como presunto encubridor abre un interrogante sobre el grado de colaboración que pudo haber tenido en el hecho, o si su participación se limitó a encubrir posteriormente el accionar del autor material. Por su parte, la defensa de Troncoso intentará desestimar los testimonios y apelar a la falta de pruebas genéticas directas para pedir su absolución.

El fiscal Mai, sin embargo, sostiene una línea argumental firme: el crimen fue cometido para ocultar un abuso sexual y garantizar la impunidad, una figura agravante que refuerza el pedido de prisión perpetua.

Una sociedad que no olvida

La causa Burella no es solo un expediente judicial. Es también el símbolo de una comunidad golpeada, de una familia rota, y de una realidad social que exige respuestas urgentes. En tiempos donde los casos de violencia machista se acumulan en las estadísticas, el juicio a los acusados de matar a Noemí es una oportunidad para reafirmar el compromiso del sistema judicial con la protección de las mujeres.

El proceso será seguido de cerca por organizaciones feministas, medios locales y provinciales, y por vecinos de Calchaquí que aún hoy llevan el recuerdo de “Mimí” en cada marcha, pancarta o mensaje en redes sociales.