Según su testimonio, desde niño le inculcaron miedo hacia su papá: le decían que era “peligroso”, que “lastimaba” y “golpeaba” a su familia. “Era una historia que me contaba una figura adulta en la que confiaba plenamente”, explicó el joven. Esa figura era su madre, quien habría ejercido sobre él una manipulación sistemática para forjar una versión que jamás ocurrió.
Con el paso del tiempo, Tomás comenzó a detectar inconsistencias: “Empecé a ver cosas que no me cerraban. La historia que defendí y milité no era cierta”. Esa revelación lo dejó “desarmado y roto”, según sus propias palabras. “Yo no fui abusado, pero sí me usaron”, confesó.
“Esto destruyó a un hombre inocente”
El impacto de la denuncia falsa fue devastador. Pablo Ghisoni estuvo preso tres años, perdió su trabajo, su nombre, su salud y su dignidad. “El que tiene hijos sabe lo que representa perderlos en vida”, expresó el obstetra en una entrevista televisiva con El Trece, y agregó: “Durante diez años no pude ver a dos de mis hijos. Haber visto ese video me emocionó muchísimo”.
El caso tuvo su origen en un conflicto judicial que se remonta al año 2009, cuando Pablo y Andrea se separaron. Desde entonces, la disputa por la tenencia de sus tres hijos fue constante y desgastante. En 2012, la Justicia le quitó la patria potestad a Vázquez y otorgó la guarda de los menores a Ghisoni. Fue entonces cuando comenzaron las denuncias.
Primero, acusarían a Ghisoni de maltrato físico, y luego llegaría la denuncia más grave: abuso sexual con acceso carnal contra sus propios hijos. “Primero le hicieron decir que yo le tiraba el pelo. Después vino la denuncia de abuso y no volví a tener contacto con ellos”, recordó el padre.
El proceso judicial fue largo y doloroso. Ghisoni fue encarcelado en 2014 y recién recuperó la libertad en 2017. Su absolución llegó en septiembre de 2023, durante un juicio oral en el que el fiscal ni siquiera presentó acusación formal. A pesar de ello, la causa sigue abierta por una apelación de Andrea Vázquez.
La manipulación como herramienta judicial
En su video, Tomás Ghisoni dejó en claro que no busca minimizar la gravedad de los abusos sexuales reales. Por el contrario, advirtió sobre el daño que provocan las denuncias falsas: “También son una forma de abuso. Roban años de vida y generan desconfianza en las verdaderas víctimas”.
El caso también reveló un entramado de manipulación familiar y judicial que involucra peritos, psicólogos, abogados y médicos. Así lo relató Francisco Ghisoni, hermano de Tomás, quien habló en el Senado de la Nación en mayo de este año, durante la presentación de un proyecto de ley contra las falsas denuncias.
“Viví en un entorno de manipulación y violencia psicológica. Mi madre está diagnosticada con psicopatía narcisista. Nos hacía ensayar testimonios falsos, practicar dibujos para pericias, grabar entrevistas con psicólogos”, denunció Francisco ante legisladores y público presente.
Cuando él mismo se negó a seguir participando de la farsa, su madre lo denunció como coautor del delito, con el único objetivo de retomar la custodia exclusiva. “Así evitó que mi padre tuviera régimen de visitas. Fue encarcelado injustamente durante tres años”, explicó.
Una causa que aún no termina
Pese a la confesión de Tomás y al testimonio de Francisco, la causa judicial sigue activa. Andrea Vázquez apeló la sentencia absolutoria y el expediente continúa en trámite. El padre busca que la confesión de su hijo sea tomada en cuenta para cerrar definitivamente el proceso.
“Esto no termina acá. Esto es un camino de recuperación”, dijo Pablo Ghisoni. También pidió difusión del caso para que las autoridades tomen conciencia del daño que provocan las falsas denuncias: “Te estropea emocionalmente y psicológicamente. Hay que entender que un niño puede mentir si está influenciado por un padre”.
Por su parte, Francisco reclamó consecuencias legales para quienes utilizan el sistema judicial como herramienta de venganza: “Una mentira puede destruir a una familia. ¿Cómo puede ser que no haya consecuencias?”, se preguntó.
Reflexiones y un llamado a la acción
La historia de los Ghisoni abre un debate profundo sobre la protección de los menores, el rol de la Justicia y las herramientas para detectar manipulaciones familiares. También pone sobre la mesa la necesidad de establecer mecanismos eficaces para distinguir entre denuncias reales y falsas sin revictimizar a nadie.
El proyecto de ley presentado en el Congreso por la senadora Carolina Losada propone sanciones específicas para las denuncias falsas de abuso sexual, además de reforzar los controles en las pericias y audiencias judiciales que involucren menores.
El caso conmocionó a la opinión pública no solo por su desenlace, sino por la crudeza del relato de sus protagonistas. Y aunque la verdad tardó más de una década en salir a la luz, sus protagonistas aún transitan un camino doloroso. “Yo perdí a mi papá durante más de diez años, pero estoy intentando reparar lo que hice”, concluyó Tomás. Su voz, ahora, puede ayudar a evitar que otros vivan el mismo infierno.