Historias Reales

El misterio de los niños Sodder: desaparecieron en un incendio y jamás hallaron sus cuerpos

Su familia los buscó durante décadas. La desaparición de los hermanos Sodder se convirtió en una de las mayores incógnitas de Estados Unidos.
Ayelén Bonino
por Ayelén Bonino |
Maurice

Maurice, de 14 años; Martha, de 12; Louis, de 9; Jennie, de 8; y Betty, de 5, quedaron atrapados en el incendio. 

Para la mayoría de las familias, el festejo de Navidad es una fecha de ilusión. Para los Sodder, aquel 25 de diciembre de 1945 se convirtió en una pesadilla. Esa noche, su casa se incendió y cinco de sus 11 hijos desaparecieron sin dejar rastro. Su caso se convirtió uno de los mayores misterios de Estados Unidos.

Los Sodder y una historia trágica

En 1945, George y Jennie Sodder vivían en un hermoso caserón de dos pisos ubicado Fayetteville, Virginia, Estados Unidos. Ambos eran descendientes de italianos y se habían conocido en la ciudad de Smithers, donde él era conductor.

Para ese año ya tenían 11 hijos: John (que había nacido en 1922), Joseph Samuel (en 1924), Mary Ann “Marion” (en 1926), George Jr. (en 1929), Maurice Antonio (en 1931), Martha Lee (en 1933), Louis Erico (en 1935), Jennie Irene (en 1937), Betty Dolly (en 1940) y Sylvia (en 1943). El último, Robert, nació en 1950.

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Imagen de Fayetteville en 2004.

Imagen de Fayetteville en 2004.

Con el tiempo, George llegó a manejar su propia empresa de camiones. La familia era respetada en la comunidad, aunque el padre solía tener cruces con sus vecinos italianos debido a su postura "antifascista". Más allá de eso, los Sodder progresaban y parecían tener una vida normal. Todo cambió en la Navidad de aquél fatídico año.

Un incendio sin explicación

El 24 de diciembre de 1945, la pareja se retiró cerca de las 22 a su habitación del primer piso con su pequeña hija Sylvia. John y George Junior ya estaban dormidos en sus piezas. El resto de los nenes se quedó escuchando radio en el living y jugando con algunos de los regalos que ya habían abierto.

Esa noche, Jennie, la madre, se despertó tres veces. La primera fue cerca de las 12.30 cuando se levantó para atender el teléfono. Era un número equivocado. De camino a su cama, la mujer notó que las luces de la planta baja estaban prendidas, y la puerta y las cortinas estaban abiertas. Vio, además, a su hija mayor, Marion, dormida en el sillón. La joven había trabajado todo el día en una tienda cercana.

Jennie supuso que los otros niños se habían ido a la cama. Apagó las luces, cerró la puerta, y regresó de nuevo a su pieza. Minutos después, un golpe en el techo la sacó del sueño. Al ruido le siguió el sonido de un objeto que rodaba por las tejas. Sin darle importancia, apoyó su cabeza en la almohada.

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Los hijos de la familia Sodder.

Los hijos de la familia Sodder.

Cuando sus ojos se abrieron de nuevo era cerca de la 1 de la madrugada y un humo espeso había inundado la habitación. La mujer sacudió a su esposo y a la niña y corrió. Marion se despertó con los gritos de su madre, que bajaba las escaleras.

Una vez afuera, Jennie, George, Marion y Sylvia observaron una franja de llamas entre el teléfono y la puerta de la cocina. Sus hijos John y George Junior aparecieron de pronto y se dieron cuenta de que Maurice, de 14 años; Martha, de 12; Louis, de 9; Jennie, de 8; y Betty, de 5, habían quedado atrapados en los pisos de arriba.

Desesperado, el padre corrió en busca de una escalera que mantenía apoyada al costado de la casa, pero, de forma misteriosa, el objeto no estaba. Había desaparecido. Él y sus hijos intentaron en vano encender los dos camiones de la familia para alcanzar las ventanas. Sin embargo, ninguno funcionaba. Parecía que el destino les jugaba una mala pasada.

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La casa de los Sodder.

La casa de los Sodder.

En este marco, Marion corrió a la casa de un vecino para llamar al Departamento de Bomberos de Fayetteville, pero no pudo obtener respuesta. Otro vecino, testigo del incendio, condujo a la ciudad para intentar localizar al Jefe de Bomberos, F.J. Morris.

Fuera de la casa de los Sodder, una multitud se acercó para ver cómo el fuego consumía el inmueble. Las llamas devoraron la estructura en 30 minutos. Debido a la falta de personal por la época de vacaciones y la guerra, los bomberos llegaron recién a las 8 de la mañana siguiente.

Una vez en el lugar, los oficiales registraron las cenizas en busca de los chicos Sodder, pero no encontraron ni un solo rastro de los menores. Cerca de Año Nuevo, la oficina del forense emitió cinco certificados de defunción atribuyendo las causas de muerte de los nenes a "incendio o asfixia".

La presunta desaparición de los niños Sodder

Por entonces, los Sodder comenzaron a preguntarse si en realidad sus hijos estaban vivos. No podían entender cómo podían morir en un incendio sin dejar ni un solo rastro. Con pocos resultados concretos, el departamento de bomberos ordenó a los Sodders que no tocaran la escena, aunque la familia cubrió el lugar con tierra para hacer un jardín conmemorativo.

En esos días, un inspector de la Policía atribuyó el incendio a un cableado defectuoso. Sin embargo, George recordó que la compañía local había inspeccionado la instalación semanas antes. A esto se le sumaron los dichos de un reparador de teléfonos, quien informó a los padres que su línea había sido cortada de forma intencional.

Poco después, se supo que un hombre fue arrestado tras ser visto por los vecinos robando herramientas de la propiedad en el momento del incendio. El sospechoso admitió el hecho y afirmó que había sido él quien cortó la línea telefónica, pensando que era un cable eléctrico. Sin embargo, negó tener relación con el incendio.

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Oficiales y peritos registran las cenizas de la casa de los Sodder.

Oficiales y peritos registran las cenizas de la casa de los Sodder.

George Sodder también afirmó haber encontrado algo parecido a una granada tipo "piña" entre los escombros. Las dudas sobre la muerte de los chicos se acrecentaron con los días. En este marco, la familia contrató a diferentes detectives, la mayoría cobraban grandes sumas de dinero. Tras esto, comenzaron a recibir denuncias de testigos que decían haber visto a los nenes en diferentes puntos.

Una mujer, por ejemplo, afirmó haberlos reconocido en un auto la noche del incendio. Otra dijo que los vio en una parada turística al día siguiente y una empleada de un hotel en Charleston declaró que estaban con dos hombres y dos mujeres que hablaban italiano.

“No recuerdo la fecha exacta. Sin embargo, todo el grupo se registró en el hotel y se quedó en una habitación grande con varias camas. Se registraron alrededor de la medianoche. Traté de hablar con los niños de manera amistosa, pero los hombres parecían hostiles y se negaron a permitirme hablar con estos niños”, detalló la empleada hotelera a la prensa local.

Un corazón falso y una mentira

A fines de 1947, Jennie miraba una revista y notó a una niña en una fotografía en New York que se parecía a Betty, de 6 años. Según los archivos de la policía, George Sodder viajó a la escuela de la menor para solicitar información, aunque se le negó la entrada porque no tenía identificación. Cada pista que les llegaba se diluía o era descartada.

Ese mismo año, los Sodder fueron protagonistas de otro extraño evento. A través de uno de sus detectives, se enteraron que el jefe de bomberos, Morris, había encontrado un corazón entre las cenizas del incendio. De acuerdo a los rumores, el oficial había enterrado el órgano dentro de una caja de metal en el terreno de la casa quemada.

Los Sodder confrontaron a Morris, quien admitió la veracidad del hecho y desenterró el presunto corazón. Los restos fueron enviados al director de la funeraria local, quien confirmó que en realidad se trataba de hígado de res. Tiempos después, se supo que Morris había colocado allí el hígado para que los Sodder lo encontraran y desistieran de la búsqueda.

Sin rastros de los hermanos Sodder

Los padres no daban el brazo a torcer. En 1949, encargaron a un patólogo de Washington DC llamado Oscar B. Hunter una nueva excavación en la casa quemada. En el área del sótano encontraron cuatro huesos, "definitivamente identificados como humanos".

El profesional concluyó que pertenecían a un niño adolescente. “Los huesos humanos constan de cuatro vértebras lumbares pertenecientes a un solo individuo. Dado que los recesos transversales están fusionados, la edad de este individuo al morir debería haber sido de 16 o 17 años”, decía el informe.

“El límite superior de edad debe ser de unos 22 años, ya que los centros, que normalmente se fusionan a los 23, aún no están fusionados. Sobre esta base, los huesos muestran una mayor maduración esquelética de lo que cabría esperar de un niño de 14 años”, agregaba.

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Los hermanos desaparecidos de la familia Sodder y su casa en la actualidad.

Los hermanos desaparecidos de la familia Sodder y su casa en la actualidad.

En otro de los fragmentos del documento, afirmaba: “Es muy extraño que no se hayan encontrado otros huesos en la supuesta evacuación cuidadosa del sótano de la casa". Además, señalaba, al arder la casa solo media hora, "uno esperaría encontrar los esqueletos completos de los cinco niños, en lugar de solo cuatro vértebras".

Otra de las hipótesis que investigaron estaba relacionada con el hermano de Jennie Sodder, llamado Frank Cipriani. Creían que el hombre podría haberse llevado a los niños. La policía de Miami, donde vivía, revisó los registros escolares y de nacimiento para demostrar que cada nene bajo el cuidado de Cipriani era suyo.

La familia llegó a creer que la mafia italiana también podría haber secuestrado a los chicos como venganza por las críticas de George Sodder contra Benito Mussolini, aunque no había evidencia para corroborar esa teoría.

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George y Jennie delante de una pancarta que pide información sobre sus hijos.

George y Jennie delante de una pancarta que pide información sobre sus hijos.

La línea de investigación más prometedora involucró a un miembro reconocido de la comunidad de Fayetteville. George Sodder había trabajado para él hasta 1943 cuando se separaron. El hombre era el cofirmante del seguro de hogar de los Sodder.

Dos meses antes del incendio, quiso convencerlos de contratar un seguro de vida para sus hijos, pero se negaron. "Su maldita casa se quemará y sus hijos van a ser destruidos", les habría dicho el sujeto. "Te pagarán por los comentarios sucios que has estado haciendo sobre Mussolini", habría agregado.

La policía nunca lo interrogó. Durante los primeros días tras el incendio, se desempeñó, además, como presidente de la investigación forense. Ese comité consideró que el fuego había sido accidental.

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Un mural, más de 30 años después, pide datos de los cinco chicos.

Un mural, más de 30 años después, pide datos de los cinco chicos.

En 1950, la policía abandonó el caso debido a la falta de pruebas. Sin inmutarse, George y Jennie colocaron la pancarta publicitaria a lo largo de la Ruta 16 y distribuyeron folletos en los que ofrecían una recompensa de entre $ 5,000 y $ 10,000 por información que condujera a la recuperación de sus hijos.

Un año después, la señora Sodder recibió un sobre dirigido a ella. Tenía un sello de Kentucky y no tenía remitente. Dentro, había una foto de un joven. En el reverso estaba escrito: “Louis Sodder. Amo al hermano Frankie. Ilil Boys. A90132 o 35 ". Louis tenía nueve años cuando desapareció y se parecía mucho al hombre de la imagen. Los Sodder enviaron a un investigador privado a Kentucky, pero jamás tuvieron novedades de él.

George Sodder murió en 1968 esperando la ruptura del caso. Su esposa, Jennie, construyó una cerca alrededor de la propiedad y desde el incendio se vistió de negro como luto. Murió en 1989. Sus hijos continuaron con la investigación. Jamás creyeron que sus hermanos murieron en el incendio que marcó sus vidas, el 25 de diciembre de 1945.