Historias

Robert Durst, el millonario asesino que cayó por olvidarse un micrófono encendido

El magnate fue investigado durante décadas por la desaparición de su esposa y dos homicidios. En 2015, se deschavó sin querer mientras grababa un documental sobre su vida para HBO.
Ayelén Bonino
por Ayelén Bonino |
A la izquierda

A la izquierda, Robert Durst años atrás luego de ser detenido. A la derecha, el magnate junto a su entonces esposa, Kathleen McCormack. 

A principios de los 80, Robert Durst parecía tenerlo todo. Se había casado con Kathleen McCormack, una bella e inteligente joven de una familia trabajadora, y era el heredero del imperio inmobiliario más poderoso de la ciudad de New York.

Lo que por entonces pocos sabían es que, detrás de la imagen de hombre aristocrático y de pocas palabras, el joven magnate escondía una personalidad compleja y un oscuro pasado del que se negaba a hablar.

Los medios comenzaron a seguir la historia de Robert Durst en 1982 tras la repentina desaparición de su esposa. En las décadas siguientes, se lo relacionó a otros dos extraños homicidios que jamás se pudieron resolver.

Por años, las muertes vinculadas al multimillonario fueron un misterio, hasta que en 2015 el caso dio un nuevo giro durante la filmación de un documental sobre su vida para la cadena HBO. Mientras grababa el capítulo final, Durst fue al baño con su micrófono abierto y, sin darse cuenta, confesó entre murmullos.

Robert Durst y un oscuro pasado familiar

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La joven pareja en sus primeros años de noviazgo.

La joven pareja en sus primeros años de noviazgo.

Robert Durst y Kathie McCormack se conocieron a principios de los 70 cuando él le llevó un cheque de alquiler a su departamento en la Calle 52. La familia de Durst era dueña del edificio y ella quedó impresionada por ese hombre de aires crípticos.

La primera época fue de ensueño: viajes en avión a Bangkok, cenas en restaurantes de Tribeca y salidas con amigos al exclusivo Studio 54. Se casaron en 1973. Por ese entonces, Kathie tenía alrededor de 20 años y era la asistente de un dentista. Él tenía poco más de 30 y una turbia vida familiar.

Robert era un joven y codiciado millonario que se codeaba con la crème de la crème neoyorquina. La fortuna de su familia se remontaba a su abuelo Joseph Durst, un inmigrante polaco que llegó a Nueva York en 1902. Trece años después, tras ahorrar cada centavo como sastre, compró un edificio en la calle 34.

Su hijo mayor, Joseph Seymour Durst, el padre de Robert, continuó con el negocio y en la década del 50 comenzó a dirigir la imponente Organización Durst, que se convertiría en uno de los imperios inmobiliarios más lucrativos, a la altura de los Trump, los Helmsley y los Zeckendorfs.

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Robert Durst de niño, junto a su madre. Fuente: captura del documental

Robert Durst de niño, junto a su madre. Fuente: captura del documental "The Jinx".

Por esos años, Joseph se casó con Bernice y tuvieron cuatro niños: Douglas, Thomas, Wendy y Robert, el mayor y más tranquilo. Un día de otoño, cuando el nene tenía siete años, Bernice cayó del techo de su mansión en Westchester durante la noche y murió. Jamás se supo si fue un suicidio o un accidente.

Robert contó años después que fue obligado por su padre a presenciar el trágico episodio por una ventana, aunque sus hermanos siempre dijeron que los cuatro niños estaban en la casa de un vecino cuando ella falleció.

Al cumplir 10 años, Robert fue enviado a ver a un psiquiatra por presuntos problemas psicológicos tras la muerte de su madre. El profesional afirmó que el niño padecía de "descomposición de la personalidad y posiblemente esquizofrenia".

Bobby creció como un chico solitario. Después del secundario, se recibió de economista y tras graduarse viajó al oeste para estudiar en la UCLA. Allí, conoció a Susan Berman, una exótica joven de pelo negro y flequillo abundante con un pasado igual de oscuro.

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Susan Berman.

Susan Berman.

Su padre, Dave Berman, había sido un reconocido gánster a cargo de los hoteles más lujosos de Las Vegas y aliado de los más grandes jefes de la mafia. Su madre también se había suicidado en un neuropsiquiátrico cuando ella era chica. Bobby estaba encantado y se hicieron mejores amigos.

Después de un tiempo, el joven regresó a Nueva York, conoció a Kathie, se casó y ambos se establecieron en un caserón en Riverside Drive. Los fines de semana solían viajar a su cabaña en South Salem, una aldea en el condado de Westchester.

Después de que Kathie se recibió de enfermera, decidió convertirse en pediatra y se matriculó en la Escuela de Medicina Albert Einstein, en el Bronx. A veces se quedaba en la ciudad mientras Bobby y su husky, Igor, descansaban en South Salem.

La desaparición de Kathleen McCormack

Las cosas parecían ir bien, pero con el tiempo la relación dejó de ser un cuento de hadas para transformarse en un infierno. Él desaprobaba la carrera de Kathie, la celaba y comenzó a golpearla. Según consignó la revista Vanity Fair, una vez la sacó de los pelos de una reunión familiar y hasta llegó a obligarla a abortar a pesar de que ella quería tener un hijo.

Bobby empezó a ver a otras mujeres, incluida la hermana de Mia Farrow. Kathie se hundió en el alcohol y la cocaína. Por esos años, ella quiso divorciarse, pero había un acuerdo prenupcial y no quería irse sin luchar. Buscó a un abogado, que le dijo que reuniera todos los documentos que pudiera. Junto a su mejor amiga, Gilberte Najamy, revisaron las cosas de Bobby y encontraron resúmenes bancarios y declaraciones de impuestos.

En eso estaban cuando Gilberte organizó una fiesta en su casa el domingo 31 de diciembre de 1981. Kathie llegó sin Bobby. Su marido estaba en la cabaña de South Salem. Poco después de las siete, el teléfono sonó. Era él. Discutieron y Kathie se despidió. "Me quiere en casa. Está realmente molesto", fueron sus últimas palabras. Antes de marcharse, miró a su amiga y le dijo: “Tengo miedo de lo que haga Bobby".

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Robert Durst y su esposa Kathleen McCormack durante su juventud.

Robert Durst y su esposa Kathleen McCormack durante su juventud.

El 1 de febrero de 1982 Kathie dejó de atender las llamadas y sus amigos y familiares sintieron que algo andaba mal. Por esa época, el teléfono se había convertido en su salvavidas emocional.

Cuatro días más tarde, el acaudalado joven entró en una comisaría de Manhattan para denunciar la desaparición de su esposa. Durst fue llevado ante un detective y dijo que no había tenido noticias de Kathie desde el domingo, un hecho que al principio no le había parecido raro porque, según su argumento, era usual que su mujer pasara un par de días fuera de su casa debido a sus prácticas médicas.

Ante los oficiales, Durst contó que ese domingo Kathie había regresado a su cabaña en Salem de una fiesta y discutieron. Después, según su testimonio, la llevó a la estación en Katonah para que tomara el tren de las 21:15 con dirección a su casa en Manhattan. Siempre de acuerdo a sus dichos, Durst la llamó más tarde. Ella estaba en la cama y esa, aseguró, fue su última charla.

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La búsqueda de Kathie McCormack. Gentileza: HBO

La búsqueda de Kathie McCormack. Gentileza: HBO

En las semanas siguientes, la noticia de la desaparición llegó a los diarios y Durst ofreció una recompensa que comenzó en $100.000 y con el paso de los días disminuyó a $15.000. Su mejor amiga, Susan Berman, entró en acción y efectuó de filosa vocera en defensa del hombre ante los medios. Jamás se supo qué pasó con Kathie. Los años pasaron y la causa se enfrió.

Durst siguió con su vida y compró propiedades en Nueva York, Texas y otros lugares. En 1994 fue desplazado por su padre del directorio de la empresa debido a su errático comportamiento. Tenía la costumbre, por ejemplo, de hacer pis sobre las pertenencias de los demás.

El homicidio de Susan Berman

La millonaria familia transitó la desaparición sin sobresaltos, hasta el 2000. Luego de años de quietud, la policía resolvió abrir de nuevo la investigación. La noticia estalló en los titulares y Durst se casó rápidamente por segunda vez, le dio a su nueva esposa el control de sus finanzas y viajó a Galveston, Texas, disfrazado de mujer. Allí alquiló una pequeña habitación para huir de los medios. Ya no quería ser Robert Durst, le dijo más tarde a un fiscal.

Por esos días, también contactó a su fiel amiga, a quien le envió dos cheques por $ 25,000. Ella estaba en una situación económica desesperada y le había pedido ayuda. Para sorpresa de todos, Berman fue hallada muerta en el piso de su casa meses más tarde.

Era la noche del 24 de diciembre cuando los vecinos se extrañaron al ver a uno de sus perros deambulando fuera de su hogar en Beverly Hills. Llamaron a la policía y los agentes descubrieron a la mujer boca abajo y rodeada de sangre. Le habían disparado en la nuca. No había señales de forcejeo ni de un ingreso forzado.

Otro insólito hecho llamó la atención de los investigadores. Un día antes del homicidio, el 23 de diciembre, la policía recibió una extraña nota. Era una hoja de papel de cuaderno con espiral que tenía la dirección de Berman impresa en letras grandes, junto a una sola palabra: "cadáver". La carta tenía otro detalle singular: la palabra "Beverley” estaba mal escrita.

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Robert Durst y su mejor amiga, Susan Berman.

Robert Durst y su mejor amiga, Susan Berman.

El asesinato y desmembramiento de Morris Black

Las cosas se pusieron aún más extrañas cuando en septiembre de 2001, un hombre que pescaba con sus hijos se topó con un torso flotando en las aguas de la Bahía de Galveston, Texas. Poco después encontraron piernas y brazos en una bolsa.

Junto al macabro hallazgo había una funda para una sierra, un recibo de una ferretería, una tela protectora y un periódico con la dirección de un edificio. La víctima, Morris Black, vivía allí. Era vecino de aquella solitaria pieza que Robert Durst había alquilado meses antes para huir del escarnio público.

En esa habitación se encontraron más pruebas y Durst fue llevado a juicio por el asesinato de Black en 2003. Por esos días se supo que durante su estadía en Galveston el millonario solía disfrazarse con una peluca y un vestido para hacerse pasar por una mujer muda llamada "Dorothy Ciner", un alias que había tomado prestado de una vieja compañera de sus años de estudiante.

En su declaración contó, además, que una noche regresó a su apartamento y encontró a Black, de 71 años, empuñando su arma. Lucharon, cayeron y la pistola se disparó. Por miedo a que nadie le creyera debido a la desaparición de su esposa, Durst confesó que cortó el cuerpo y lo desmembró. Para sorpresa de todos, el jurado lo absolvió del asesinato.

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Robert Durst y su esposa Kathleen McCormack durante su casamiento.

Robert Durst y su esposa Kathleen McCormack durante su casamiento.

El acaudalado hombre parecía salir indemne de cada causa que se le abría. Todo cambió en 2015 cuando habló con los productores de la película "Todas las cosas buenas", que se basaba en su vida y estaba protagonizada por Ryan Gosling y Kirsten Dunst.

Según consignó la CBS, Durts acordó sentarse con ellos durante más de 20 horas de entrevistas. También les dio acceso a cajas con papeles privados, recuerdos familiares y documentos legales.

Los realizadores convirtieron el material en un documental llamado "The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst". En las entrevistas, el magnate admitió haber sido violento con Kathie y haber mentido a los investigadores.

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Los documentalistas encontraron, además, una vieja carta que Durst le había escrito a Berman. Como en la nota del cadáver, la dirección estaba impresa en letras grandes de imprenta y la palabra “Beverley” también estaba mal escrita.

Lo insólito sucedió en los últimos minutos del episodio final. Ese día, se grabó sin querer a Durst yendo al el baño con un micrófono encendido todavía pegado a su camisa. "¿Qué diablos hice?" se le oyó decir para sí mismo. "Los maté a todos, por supuesto", agregó entre murmullos.

Veinticuatro horas antes de que saliera al aire el capítulo, los agentes del FBI detuvieron al hombre en Nueva Orleans, donde había reservado una habitación de hotel con un nuevo alias. Las autoridades creían que estaba a punto de huir del país.

Robert Durst hoy

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Robert Durst en la actualidad.

Robert Durst en la actualidad.

El juicio por el asesinato de Susan Berman comenzó el 2 de marzo de 2020. Los investigadores creen que la mujer era la única que conocía lo que había pasado con Kathie. Después de demoras por la pandemia, el proceso se reanudó el 17 de mayo de 2021 y a principios de agosto el Juzgado de Los Ángeles escuchó por tres horas el relato del millonario.

Ante el estrado, el hombre, quien hoy tiene 78 años, clamó por su inocencia y dijo que no tuvo nada que ver con el crimen ni con la desaparición de su esposa en 1982. Por primera vez en más de cuatro décadas, Robert Durst podría ser condenado a cadena perpetua. La sentencia se dará a conocer en las próximas semanas. Parece que la suerte se le comenzó a terminar.