El jefe de la División de Investigaciones, el Comisario General Marcelo Roque Alaniz, confirmó que el cuerpo de la niña fue encontrado a las afueras de la ciudad, en una zona rural. El hallazgo se dio tras un rastreo minucioso que había abarcado montes, ríos, caminos rurales y chacras.
La noticia se propagó rápidamente. El ambiente en la comunidad fue de dolor colectivo, ya que muchos se habían unido con la esperanza de encontrar con vida a la menor. Las redes sociales también habían amplificado la búsqueda, publicando fotos de Kiara y pidiendo cualquier dato que ayudara a dar con su paradero.
El rol de la Fiscalía y las pericias forenses
Una vez que se encontró el cuerpo, el Ministerio Público, junto con personal del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), acudió al lugar para proceder con el levantamiento legal del cadáver. En declaraciones al medio local La Palabra del Beni, un representante de la Fiscalía indicó:
“El Ministerio Público y personal del Instituto de Investigaciones Forenses se constituyeron en el lugar para realizar el levantamiento legal del cadáver de la niña de tres años.”
Una muerte sin signos de violencia
Los primeros resultados oficiales fueron difundidos por la propia Fiscalía. Según el reporte, la causa de muerte de Kiara fue natural, y no se encontraron signos de violencia ni de agresión externa. El diagnóstico preliminar establece que la menor falleció como consecuencia de un cuadro de desnutrición severa.
“Se ha determinado que la causa del deceso fue una muerte natural provocada por desnutrición. La menor sufrió un shock hipovolémico que derivó en su fallecimiento”, detalló el informe del Ministerio Público.
Este tipo de shock ocurre cuando hay una pérdida significativa de líquidos y sangre, lo que lleva a una falla circulatoria aguda. En niños pequeños, y especialmente en contextos de vulnerabilidad, puede tener consecuencias fatales en poco tiempo.
Aún quedan dudas por resolver
A pesar de este informe, las autoridades siguen trabajando en el caso. El Juzgado de Instrucción se hizo cargo del expediente, con el acompañamiento directo del Ministerio Público Fiscal. Por otro lado, la Policía Técnica Judicial del Tribunal Superior de Justicia realiza tareas en el domicilio de la familia de Kiara, con el fin de obtener más información sobre las condiciones en las que vivía la menor y esclarecer si existió algún tipo de negligencia o abandono.
Aunque el informe forense habla de desnutrición, la opinión pública y las organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación. Se cuestiona cómo, en pleno siglo XXI y en una comunidad con acceso a ciertos servicios básicos, una niña de tres años puede morir de hambre sin que haya alertas previas.
Desigualdad estructural y abandono del Estado
Este hecho trágico pone sobre la mesa una dura realidad que golpea a muchas zonas rurales de Bolivia y de América Latina en general: la pobreza extrema y la falta de políticas efectivas para proteger a la niñez.
Organismos como UNICEF y Save the Children han alertado reiteradamente sobre el riesgo de desnutrición infantil en comunidades aisladas o en situación de marginalidad. Las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que cerca del 12% de los niños menores de cinco años en Bolivia padecen desnutrición crónica, un número que asciende significativamente en regiones rurales.
En comunidades como San Pablo, el acceso a servicios médicos es limitado, las postas sanitarias no siempre cuentan con insumos básicos, y la supervisión del desarrollo infantil es casi inexistente. Esta combinación de factores puede ser letal.
Reacciones sociales y comunitarias
Tras conocerse la noticia del fallecimiento de Kiara, la comunidad de San Pablo organizó una vigilia en su memoria. Se encendieron velas, se colgaron cintas blancas y se elevó una plegaria colectiva. La imagen de la pequeña, con una sonrisa tímida, recorrió medios, redes y portales, convirtiéndose en símbolo del abandono que sufren muchos niños invisibles para el sistema.
Las autoridades locales han prometido reforzar los controles en las zonas agrícolas, realizar campañas de concientización sobre nutrición infantil, y evaluar el funcionamiento de las políticas sociales. Sin embargo, muchas familias temen que esto se quede, como tantas veces, en promesas que el tiempo se lleva.
Una muerte que interpela a todos
La muerte de Kiara Saavedra Yuco no es solo una tragedia familiar ni una anécdota policial. Es un síntoma profundo de las fallas estructurales de protección a la infancia en Bolivia, y en particular, en las áreas rurales. Es una alerta que sacude conciencias y que interpela tanto a autoridades como a la sociedad en su conjunto.
Porque cuando una niña muere de hambre en medio de una cosecha de maíz, el problema no es la falta de alimentos: el problema es la falta de justicia social.