Un operativo que terminó en horror
Eran pasadas las 21:00 cuando un grupo de inspectores municipales desplegó un control de tránsito en la calle Winter, una de las arterias más transitadas del casco céntrico de Junín. No era la primera vez que se realizaban estos operativos. La idea era reforzar la seguridad vial y prevenir incidentes nocturnos, especialmente los fines de semana.
En ese contexto, una motocicleta con dos jóvenes a bordo apareció en escena. Al ver la presencia de los inspectores, el conductor de la moto intentó evitar el retén y giró bruscamente a la izquierda, sin saber que a tan solo unos metros había otro punto de control esperándolos.
Al verse cercado y sin posibilidad de escape, el joven motociclista, de apenas 17 años y con antecedentes penales, tomó una decisión fatal: aceleró a fondo y embistió directamente a Carlos Ottaviani, que intentaba hacerle señas para que se detuviera.
Impacto, caos y desesperación
El impacto fue devastador. Ottaviani voló varios metros y cayó con fuerza sobre el pavimento. Sus compañeros corrieron en su auxilio mientras el motociclista intentaba escapar de la escena, pero fue detenido a las pocas cuadras por personal policial.
Una ambulancia del servicio de emergencias se hizo presente rápidamente y trasladó al inspector al Hospital Interzonal General de Agudos Dr. Abraham Piñeyro, donde ingresó con lesiones gravísimas en el cráneo y el tórax. Desde ese día, su vida pendía de un hilo.
Una lucha silenciosa por sobrevivir
Durante seis meses, Ottaviani permaneció en estado crítico. Fue sometido a múltiples intervenciones quirúrgicas, atravesó infecciones, y vivió semanas enteras conectado a asistencia mecánica respiratoria. Su familia lo acompañó día y noche, aferrándose a la esperanza.
Los médicos que lo atendieron destacaron su fortaleza, pero también admitieron que las lesiones neurológicas eran severas e irreversibles. Cada parte médico era una mezcla de ansiedad y resignación. “Está estable, pero muy delicado”, repetían los partes oficiales. El dolor era colectivo: no solo sufría su entorno cercano, sino también toda la comunidad municipal.
Una muerte que indigna y conmueve
El martes 13 de mayo, luego de medio año de internación, Carlos Ottaviani falleció. La noticia fue confirmada por fuentes médicas pasadas las 11 de la mañana, y rápidamente se replicó en los medios locales y redes sociales. El intendente de Junín, Pablo Petrecca, utilizó su cuenta de X (ex Twitter) para expresar su dolor.
“Tristeza absoluta. Acompañamos a la familia, amigos y compañeros de Carlos Ottaviani, empleado municipal que falleció luego de seis meses de internación”, escribió el jefe comunal.
Luego, agregó una frase que tradujo el sentir de gran parte de la ciudadanía:
“Carlos era inspector y fue brutalmente atropellado por un joven que quiso evadir un control de alcoholemia. Espero que la Justicia condene a su asesino. Q.E.P.D. Carlos”.
¿Quién era Carlos Ottaviani?
Carlos Ottaviani tenía 48 años, era padre de dos hijos y se desempeñaba como inspector municipal desde hacía más de una década. Quienes lo conocieron lo describen como una persona comprometida, amable y apasionada por su labor. Su muerte no solo dejó un vacío en su familia, sino también en el equipo de inspectores, que lo consideraban un referente.
“Era el primero en llegar y el último en irse. Siempre estaba dispuesto a dar una mano”, aseguró uno de sus colegas. “Verlo postrado fue un golpe muy duro para todos”, agregó otro.
El motociclista: menor de edad y con antecedentes
El conductor de la moto que lo embistió tenía 17 años al momento del hecho. Según trascendió, ya contaba con antecedentes por robo y daños. Aquella noche conducía sin licencia, sin seguro, y la moto no tenía patente visible.
Fue detenido en el momento, pero por ser menor de edad, quedó a disposición del fuero penal juvenil. La fiscalía abrió una causa por “tentativa de homicidio”, que ahora podría ser recaratulada como “homicidio con dolo eventual”, dada la magnitud del hecho y el desenlace fatal.
Un pedido de justicia que no se apaga
Tras confirmarse el fallecimiento, vecinos, colegas y familiares comenzaron a organizar marchas y manifestaciones frente al Palacio Municipal y la Fiscalía. El reclamo es claro: Justicia por Carlos.
“La muerte de Carlos no puede quedar impune”, expresó su viuda ante los medios locales. “Nos arrebataron a una gran persona por culpa de un chico que no respetó nada ni a nadie”, concluyó con la voz quebrada.
Las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo, fotos, anécdotas y condolencias. El hashtag #JusticiaPorCarlos se viralizó en la región, y no fueron pocos los que exigieron más controles y sanciones más duras para quienes infringen las leyes de tránsito.
Un debate pendiente: seguridad vial y responsabilidad penal
Este caso puso nuevamente en agenda el debate sobre la responsabilidad penal de los menores de edad en delitos viales. ¿Debe modificarse la ley? ¿Es suficiente la contención judicial existente? ¿Qué herramientas tiene el Estado para evitar que estos episodios se repitan?
Además, se reabrió la discusión sobre la seguridad del personal de tránsito en los controles, ya que muchos inspectores reconocen que se sienten expuestos y carecen de elementos adecuados de protección. “Carlos murió haciendo su trabajo, y eso no puede normalizarse”, sostuvo un delegado gremial.