HISTORIAS

La desaparición de Héctor Oesterheld: del misterio de su captura al tierno encuentro con su nieto

La historia familiar del autor de "El Eternauta" es una de las más contundentes pruebas del salvajismo con el que actuó la última dictadura militar. ¿Qué pasó con Oesterheld y sus cuatro hijas?

Facundo Pastor
por Facundo Pastor |
La desaparición de Héctor Oesterheld: del misterio de su captura al tierno encuentro con su nieto

El destino de Héctor Germán Oesterheld, el célebre guionista de historietas y creador de El Eternauta, continúa envuelto en el misterio. Su captura, ocurrida presumiblemente el 27 de abril de 1977 en las cercanías de La Plata, marcó el inicio de un itinerario atroz por varios centros clandestinos de detención durante la última dictadura cívico-militar argentina.

No existen precisiones sobre cómo fue el operativo que lo llevó al cautiverio. Sin embargo, su secuestro fue parte de la histórica Causa 13/84, conocida como el Juicio a las Juntas, en la que se acreditaron los lugares por los que pasó durante su desaparición forzada.

Allí se estableció que Oesterheld recorrió varios centro clandestinos y su caso prueba el plan sistemático de represión ilegal, ejecutada por las Fuerzas Armadas y de seguridad.

Uno de los primeros sitios donde fue visto con vida fue el centro clandestino El Vesubio, controlado por el Primer Cuerpo del Ejército. Según el testimonio de una sobreviviente, allí fue obligado a trabajar en una historieta sobre San Martín, aunque no hay más datos que confirmen esa versión.

Varios detenidos lo vieron en condiciones físicas deplorables.

El psicólogo Eduardo Arias relató ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) una conmovedora escena vivida en la Nochebuena de 1977: “Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del 77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. Nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces él dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos.”

También en ese centro de detención existe un testimonio que relata un encuentro entre Héctor Oesterheld y su nieto Martín Mórtola Oesterheld. Martín, que tenía apenas tres años en ese momento, fue secuestrado junto a sus padres y llevado a El Vesubio, donde estuvo recluido durante varias horas.

Según su relato, pudo encontrarse con su abuelo, quien lo reconoció inmediatamente y lo alzó en brazos, compartiendo con él un momento de afecto en medio del horror del cautiverio. Martín evoca este encuentro como el primer recuerdo de su vida, una escena de ternura en un contexto de extrema violencia

El recorrido del autor de El Eternauta incluyó además el centro clandestino conocido como “Sheraton”, ubicado en la subcomisaría de Villa Insuperable, en La Matanza.

Allí estuvo bajo el control del Grupo de Artillería 1 del Ejército. Se probó que fue trasladado varias veces entre ese lugar y El Vesubio, y que permaneció con vida al menos hasta enero de 1978.

Otro testimonio clave fue el del sobreviviente Juan Carlos Scarpatti, quien aseguró haberlo visto en El Campito, un centro clandestino de detención dentro de Campo de Mayo.

Según relató, encontró a Oesterheld en la zona de las duchas, golpeado, y le contó que los represores lo habían torturado mostrándole fotos de sus hijas, también desaparecidas.

Las causas judiciales que investigaron los crímenes cometidos en estos centros culminaron con la condena de 38 represores pertenecientes al Ejército, la Policía Bonaerense y el Servicio Penitenciario Federal.

El caso de Héctor Oesterheld también fue parte de la acusación contra Jorge Rafael Videla, condenado en el Juicio a las Juntas.

Pero la tragedia de los Oesterheld no se limitó a Héctor.

Su familia sufrió diez desapariciones. Sus hijas Diana, Beatriz, Estela y Marina, junto a tres de sus yernos, también fueron secuestrados. Diana y Marina estaban embarazadas de seis y ocho meses, respectivamente.

La única sobreviviente fue su esposa, Elsa Sánchez de Oesterheld, quien se convirtió en una activa integrante de Abuelas de Plaza de Mayo. Elsa murió en 2015, a los 90 años, dejando un legado de lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

Poco antes de su fallecimiento, con la ayuda de sus nietos Martín Mórtola Oesterheld y Fernando Araldi, donó a la Biblioteca Nacional una valija con manuscritos y proyectos de Héctor que había logrado conservar, un testimonio invaluable de su obra y de la memoria colectiva.

El nombre de Héctor Oesterheld, desaparecido a los 60 años, sigue siendo símbolo de la cultura, la resistencia y la dignidad frente al horror. Su figura, al igual que la de El Eternauta, permanece como una advertencia y un llamado eterno a no olvidar

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