¿Cómo sobrevivir a eso? Con una piel más gruesa, más resistente al daño celular, y probablemente más pigmentada. La melanina protege contra los rayos UV, así que no sería raro que los humanos marcianos tuvieran tonos de piel más oscuros, aunque vivieran bajo techos o domos. También podrían desarrollar una piel más parecida a una “capa de blindaje biológico”, según algunos estudios de biología sintética.
3. Pulmones hiperdesarrollados (o directamente innecesarios)
El aire en Marte es inhabitable: tiene un 95% de dióxido de carbono y casi nada de oxígeno. Para sobrevivir, los colonos tendrían que vivir en hábitats sellados o usar trajes con oxígeno. Pero si pensás en una evolución a muy largo plazo, es posible que los pulmones cambien: podrían agrandarse para captar más oxígeno por respiración, como en los humanos que viven en grandes altitudes en los Andes o el Tíbet.
Otra hipótesis, más radical, imagina humanos con sistemas artificiales de respiración integrados en su biología —una especie de simbiosis entre cuerpo y máquina— como un paso evolutivo inducido por la tecnología.
4. Ojos más grandes y adaptados a la penumbra
Marte está más lejos del Sol, y su atmósfera filtra menos luz. Además, muchas actividades humanas ocurrirían en interiores, bajo luz artificial o en ambientes subterráneos. Todo eso podría favorecer el desarrollo de ojos más grandes y sensibles a la luz tenue, algo así como los ojos de los animales nocturnos.
Y si nos ponemos creativos: algunos científicos creen que podríamos desarrollar párpados adicionales o una membrana protectora (como los reptiles) para defendernos del polvo marciano.
5. Cambios en la sangre y el metabolismo
La exposición constante a niveles bajos de oxígeno y una dieta diferente (probablemente más restringida, basada en cultivos hidropónicos o proteínas sintéticas) afectaría directamente al metabolismo. Tal vez los humanos marcianos tengan sangre con más glóbulos rojos, como los habitantes de lugares altos en la Tierra. O un sistema digestivo más eficiente, que extraiga más energía con menos recursos.
Incluso podríamos evolucionar para almacenar líquidos de forma diferente, ya que Marte tiene muy poca humedad y el agua será un bien escaso.
Aunque hoy suene a ciencia ficción, muchos de estos cambios tienen una base científica. Investigaciones de NASA, ESA y universidades como Harvard o MIT ya estudian cómo la vida en otros planetas podría moldear nuestra biología.
Algunos futuristas, como el genetista Craig Venter, incluso sugieren que podríamos “editar” nuestros genes antes de viajar a Marte, para adaptarnos mejor al entorno. O sea: una evolución dirigida, no natural.
Si alguna vez la humanidad logra establecerse en Marte, nuestros descendientes no serán exactamente como nosotros. Serán más altos, más oscuros, más resistentes, más extraños… pero igual de humanos.