Los perros, esos fieles compañeros de vida, no solo son capaces de expresar emociones a través de su mirada leal o su cola enérgica, sino que también recurren al llanto para comunicar sus estados emocionales. Al igual que los bebés, su llanto se convierte en un lenguaje encriptado que revela una amalgama de sentimientos: dolor, ansiedad, miedo, tristeza o incluso, emoción desbordante.