Todo comenzó con una pausa para ir al baño
El informe oficial detalla que el capitán dejó la cabina durante unos minutos para usar el baño, algo habitual y contemplado dentro de los protocolos. En ese momento, el copiloto quedó a cargo, como establece la normativa. Pero nadie podía prever lo que sucedería después: una incapacitación repentina y grave, según los registros de voz en cabina.
El copiloto activó involuntariamente algunos controles mientras perdía el conocimiento, y no respondió a los tres intentos del controlador aéreo de comunicarse con él. El silencio total desde la cabina hizo que el equipo de tierra y parte de la tripulación comenzaran a preocuparse.
Durante los minutos críticos en los que la aeronave no tuvo un piloto consciente al mando, el sistema automático de vuelo sostuvo la trayectoria. Este detalle, subrayado en el informe de Ciaiac, fue crucial para evitar un desastre. Si bien el copiloto activó involuntariamente algunos comandos, el piloto automático mantuvo estable la aeronave.
La grabadora de voz registró sonidos que coincidían con una pérdida de consciencia. Este tipo de evidencia permitió a los investigadores confirmar el tiempo exacto en que el copiloto quedó incapacitado y cómo respondió el sistema ante la situación.
El capitán no lograba entrar
El informe también revela que el capitán intentó cinco veces entrar en la cabina usando el código estándar. Al no tener éxito, un tripulante intentó contactar con el copiloto mediante el intercomunicador. Todo fue inútil. Finalmente, el capitán activó un código de emergencia, lo que le permitió acceder a la cabina y tomar el control del avión.
Una vez dentro, vio al copiloto inconsciente. El protocolo de seguridad fue decisivo, ya que el capitán actuó según lo entrenado en situaciones de emergencia por incapacitación de un colega. Esto permitió reconducir la situación sin consecuencias para los pasajeros.
El desvío a Madrid y la asistencia médica
El capitán decidió desviar el avión al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Aterrizaron aproximadamente 20 minutos después. Ya en tierra, el copiloto fue atendido por personal médico y trasladado al hospital, donde permaneció unas horas en observación.
La atención inicial, sin embargo, comenzó a bordo. Un médico que viajaba como pasajero asistió al copiloto, junto a miembros de la tripulación, aplicando los primeros auxilios necesarios. Cuando recobró el conocimiento, el copiloto declaró que solo recordaba fragmentos del episodio.
Un diagnóstico inesperado
La investigación determinó que el copiloto sufría de una condición neurológica preexistente que no se había detectado en sus exámenes médicos aeronáuticos. Esta condición fue la causa de su desmayo y llevó a la suspensión inmediata de su certificado médico.
El informe deja claro que no existía ninguna señal previa que hubiera permitido anticipar el episodio. Ni el copiloto conocía su condición. Esto abre interrogantes sobre los protocolos de salud actuales en la aviación comercial, especialmente cuando se trata de patologías neurológicas de difícil detección.
La aerolínea alemana Lufthansa confirmó que estaba al tanto del informe y que había conducido su propia investigación interna a través del Departamento de Seguridad Aérea. Sin embargo, no hizo públicos los resultados de esa investigación, de acuerdo con la agencia DPA, citada por Associated Press.
Lufthansa no ha emitido ningún comentario adicional respecto a si tomará nuevas medidas para revisar la salud de sus pilotos o si cambiará sus protocolos de entrada y supervisión en cabina.
La autoridad de investigación española concluyó que el incidente fue una “circunstancia extraordinaria”. Resaltó también que los capitanes están entrenados específicamente para estas situaciones. Si bien el episodio fue extremadamente inusual, los procedimientos establecidos funcionaron como se esperaba.