EL MUNDO EN RIESGO

¿Qué pasaría si estalla una Tercera Guerra Mundial?

Desde armas nucleares hasta el colapso económico global, un nuevo conflicto a gran escala podría cambiar el planeta para siempre. Los pronósticos.

¿Qué pasaría si estalla una Tercera Guerra Mundial?

En la historia reciente, pocas frases generan tanto escalofrío como “Tercera Guerra Mundial”. Tras los horrores de la Segunda Guerra, el mundo diseñó instituciones y tratados para evitar que una conflagración global volviera a ocurrir. Sin embargo, las crecientes tensiones entre potencias nucleares, los conflictos regionales persistentes y la desinformación digital han reavivado los temores de un nuevo enfrentamiento a gran escala. ¿Qué riesgos implicaría realmente una guerra de esta magnitud en el siglo XXI?

El riesgo más inmediato y devastador es el uso de armas nucleares. Hoy existen más de 12.000 ojivas nucleares en el mundo, en manos de países como Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel. Si tan solo una fracción de este arsenal fuera activada, las consecuencias serían catastróficas: millones de muertes instantáneas, ciudades arrasadas y un “invierno nuclear” que podría alterar el clima global y destruir la producción de alimentos por décadas.

Un estudio de la Universidad de Rutgers estimó que una guerra nuclear regional entre India y Pakistán —mucho menor que un conflicto global— podría generar una hambruna que afectaría a más de 2.000 millones de personas en todo el mundo.

A diferencia de las guerras anteriores, una eventual Tercera Guerra Mundial incluiría un componente digital sin precedentes. Los ciberataques masivos contra infraestructuras críticas (sistemas eléctricos, bancos, hospitales, redes de comunicación) podrían paralizar países enteros sin disparar una sola bala.

Además, la desinformación y la manipulación mediática podrían convertirse en armas silenciosas para sembrar el caos, dividir sociedades y alterar elecciones. El campo de batalla no sería solo físico, sino también virtual y psicológico.

Colapso económico global

Un conflicto mundial supondría el quiebre del comercio internacional, la caída de los mercados financieros y el colapso de cadenas de suministro clave. La pandemia de COVID-19 ya demostró lo vulnerables que son las economías globalizadas. Una guerra a gran escala multiplicaría esos efectos: desabastecimiento de alimentos, inflación galopante, pérdida masiva de empleos y crisis migratorias serían solo algunas de las consecuencias.

Los conflictos del siglo XXI tienen una característica particular: afectan tanto a militares como a civiles. En Siria, Yemen o Ucrania, ya se ha visto cómo la población civil se convierte en víctima directa de bombardeos, desplazamientos forzados y bloqueos. En una guerra global, las crisis humanitarias podrían alcanzar niveles nunca antes vistos, con cientos de millones de desplazados y refugiados, sistemas de salud colapsados y acceso limitado a agua, alimentos y medicamentos.

El delicado equilibrio de las alianzas

La OTAN, la ONU, la Unión Europea, los BRICS y otros bloques juegan un rol clave en evitar que los conflictos escalen. Pero en tiempos de crisis, los pactos se tensan. ¿Resistirían las alianzas actuales la presión de una guerra total? ¿O veríamos traiciones, divisiones y nuevas coaliciones improvisadas? El mapa político global podría reconfigurarse de forma radical.

Afortunadamente, aún estamos a tiempo de evitar una Tercera Guerra Mundial. La diplomacia, el diálogo multilateral y el control de armas son herramientas clave. Pero también lo es la conciencia ciudadana. Un público informado y comprometido puede presionar por la paz, cuestionar narrativas belicistas y exigir a sus líderes responsabilidad y prudencia.

La historia nos ha enseñado que la guerra total no beneficia a nadie. En la era de la inteligencia artificial, la interconectividad global y las armas de destrucción masiva, el precio de un error puede ser la extinción.