ALERTA GLOBAL

¿Cómo impactaría una Tercera Guerra Mundial en Argentina?

Aunque alejada de los principales focos de conflicto, Argentina no sería inmune a las consecuencias de un enfrentamiento global. Economía, abastecimiento y política exterior: los frentes que se verían afectados.

¿Cómo impactaría una Tercera Guerra Mundial en Argentina?

La idea de una Tercera Guerra Mundial resuena con fuerza cada vez que se intensifican los conflictos entre potencias, como las tensiones entre Estados Unidos y China, las guerras en Medio Oriente o la creciente escalada bélica en Europa del Este. Si bien Argentina no participa activamente en estos escenarios, la pregunta resulta inevitable: ¿cómo impactaría un conflicto global de gran escala en nuestro país?

Lejos del campo de batalla, pero no del mundo, Argentina podría verse profundamente afectada en distintas áreas, desde lo económico y lo comercial hasta lo político y lo social. En un mundo globalizado, nadie queda realmente al margen.

Golpe directo a la economía

Uno de los primeros efectos sería económico. Argentina, que ya sufre una estructura frágil y alta dependencia del comercio exterior, podría experimentar:

Disparada en los precios internacionales: Un conflicto bélico genera escasez e incertidumbre. Si se ve afectada la producción o el transporte global de alimentos, combustibles o insumos clave, los precios podrían subir de manera brusca. Como ocurrió con la guerra en Ucrania, el trigo, el petróleo y el gas natural podrían escalar, afectando directamente el costo de vida en el país.

Caída del comercio internacional: Argentina exporta soja, carne, maíz, litio y otros recursos clave. Una guerra podría interrumpir rutas marítimas, afectar socios comerciales o desplomar la demanda mundial.

Inestabilidad cambiaria: En contextos de guerra, los mercados financieros se vuelven volátiles. La fuga de capitales, el aumento del riesgo país y la presión sobre el dólar serían inevitables.

Tensiones en el abastecimiento y la logística

Aunque el país produce gran parte de sus alimentos, muchos insumos industriales, tecnológicos y farmacéuticos son importados. En un escenario de guerra mundial, podría haber:

Demoras en la llegada de productos electrónicos, maquinaria, repuestos y medicamentos.

Encarecimiento de bienes importados, lo que agravaría la inflación.

Problemas en los fletes internacionales, ya sea por bloqueos comerciales, puertos cerrados o escasez de combustible.

Presión geopolítica: ¿Neutralidad o alineamiento?

Históricamente, Argentina intentó mantener una postura neutral en conflictos bélicos globales. En la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, fue uno de los últimos países de América en declarar la guerra al Eje, y lo hizo bajo fuerte presión internacional.

En un conflicto actual, la presión de potencias como Estados Unidos o China podría volver a poner a Argentina ante una disyuntiva: alinearse, mantenerse neutral o intentar un equilibrio inestable. Cada opción trae costos:

Alinearse con una potencia puede implicar sanciones del bando contrario.

Mantenerse neutral podría limitar el acceso a financiamiento, mercados o tecnología.

Además, países sudamericanos podrían adoptar posturas divergentes, generando tensiones regionales.

Migraciones y refugiados

Si la guerra afectara duramente a Europa, Medio Oriente o incluso regiones de Asia, Argentina podría convertirse en destino para nuevas olas migratorias. No sería la primera vez: durante el siglo XX, el país recibió millones de inmigrantes europeos que huían de guerras y crisis.

Aunque el país no se encuentra hoy en su mejor momento económico, su ubicación geográfica, su idioma y sus vínculos históricos con varios países lo vuelven una opción viable para refugiados en busca de un futuro más seguro.

¿Qué pasa en caso de guerra nuclear?

Aunque suene extremo, un enfrentamiento global podría incluir el uso de armas nucleares. Si bien Argentina no es blanco directo ni participa del club nuclear, las consecuencias serían planetarias:

Cambios en el clima global, por el llamado “invierno nuclear”.

Disminución de la producción agrícola.

Disrupción en la conectividad satelital.

Caída de los sistemas financieros y tecnológicos.

Aunque no lleguen bombas, las ondas de choque serían inevitables.