Te despertás con el cuerpo vibrando. El sueño fue intenso. Lo sedujiste, lo sedujiste fuerte. Todo se cargó de tensión, pero no pasó nada. Y eso, en vez de frustrarte, te dejó pensativx.
Soñar con seducir a alguien sin tocarlo puede ser más intenso que mil besos. ¿Qué hay detrás de ese deseo que no se anima?
Te despertás con el cuerpo vibrando. El sueño fue intenso. Lo sedujiste, lo sedujiste fuerte. Todo se cargó de tensión, pero no pasó nada. Y eso, en vez de frustrarte, te dejó pensativx.
A veces, lo más potente no está en el acto. Está en el deseo que se insinúa y no se consume. Ese momento justo antes. Como cuando una canción sube, sube, pero nunca estalla… y te deja con el corazón agitado.
Ese tipo de sueños suele aparecer en momentos en los que tu deseo está vivo… pero contenido. Como si algo adentro tuyo estuviera en pausa, esperando permiso para salir. ¿Lo tenés frenado? ¿Estás postergando sentir?
No hace falta resolver todo. Pero sí registrar lo que se mueve. Y lo que se movió en ese sueño es fuerte. A veces deseamos sentirnos deseables. Otras, simplemente, deseamos desear.
En un mundo donde todo se acelera, donde lo explícito muchas veces tapa lo profundo, soñar con una seducción que no se concreta puede ser un acto de belleza. De pausa. De reconocimiento.
Lo insinuado tiene un valor simbólico. Nos habla de la potencia del lenguaje no verbal, de lo que puede más que las palabras. En esos silencios oníricos, a veces hay una verdad que no te animás a decirte en voz alta.
Hay encuentros que, aunque no se den, nos marcan. Hay roces que no llegan a ser tacto, pero nos quedan en la piel. Y hay sueños que no se concretan, pero nos hacen revisar toda nuestra vida emocional.
Soñar con tensión sexual sin acto puede invitarte a preguntarte: ¿qué necesito para volver a encenderme? ¿Qué deseo estoy evitando? ¿Qué parte mía pide volver a escena?