Los estudiantes argentinos, campeones mundiales para la NASA
El certamen se realizó en Virginia, en los Estados Unidos. Esta edición del CanSat 2025. El desafío era presentar un trabajo concreto que simule el ciclo completo de una misión aeroespacial: desde la concepción, diseño, construcción, lanzamiento y análisis de resultados. El equipo de los estudiantes argentinos fue el mejor en este desafío para el desarrollo y creatividad científico.
Su trabajo consistió en diseñar, construir y lanzar un satélite funcional del tamaño de una lata de gaseosa. Cada dispositivo debía ser capaz de transmitir datos en tiempo real, registrar video aéreo y medir variables ambientales. Toda esa información debía ser suministrada desde una altura de 700 metros.
“El satélite se lanza a 700 metros, se abre y unas aspas comienzan a girar a 18 kilómetros por hora en caída. Va girando como un helicóptero", explicó uno de los chicos y dio más detalles de la tarea con la que salieron primeros: "Usamos una antena direccional que tenemos que ir apuntando a donde va a estar el satélite y ahí empieza la toma de datos”.
La experiencia funcionó a la perfección y eso les valió ser considerados los mejores entre los 39 que concursaron. “Lo que busca la competencia es hacer una simulación de lo que es un proyecto real aeroespacial que se trabaja en la industria”, dijo Marthi, para precisar que pese a ser un trabajo experimental, exigía una complejidad de cada fase del certamen.
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El grupo de los estudiantes del ITBA, los mejores del mundo para la NASA. (Foto: Gentileza ITBA)
Los campeones mundiales argentinos
El grupo del ITBA está integrado por diez estudiantes de diferentes carreras: ingeniería mecánica, electrónica, industrial, informática y bioingeniería. Eso fue clave porque hizo más fácil la tarea por desarrollar por "departamentos": estructuras, hardware, software y logística.
Así, cada grupo trabajó en los diferentes sectores para que, una vez ensamblados, el satélite del tamaño de una lata de gaseosa pudiera "despegar, orbitar y enviar exitosamente datos mientras descendía". Todo con un éxito inmejorable.
Fue un trabajo que también supuso salir a buscar auspiciantes que los ayudaran, tanto en la compra de los elementos necesarios para el trabajo como para, finalmente, poder hacer el viaje a los Estados Unidos.
Los diez estudiantes compartieron seis meses de trabajo continuo y una experiencia internacional que les permitió aplicar conocimientos de forma práctica, colaborar entre disciplinas y establecer vínculos con jóvenes de otras universidades del mundo.
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“Probablemente busquemos proyectos nuevos. Somos chicos a los que nos interesa esto. Este tipo de competencias son una fuente de aprendizaje enorme”, dijo uno de ellos.
Lo más destacable es mirando hacia el futuro. Los jueces de los trabajos fueron nada menos que responsables de la NASA. Son científicos de primer nivel. Esto pone de manifiesto una vez más la importancia fundamental de la educación y la investigación científica. Un tema que siempre en este país está en tela de discusión, especialmente, cada vez que se decide reajustar partida para corregir o intentar malas políticas económicas. El desarrollo científico y de la educación es clave para la transformación de un país en todos sus aspectos.