Por Cristian Levrotto (*)
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Por Cristian Levrotto (*)
Podemos pensar, prejuiciosamente, que la tecnología y, en especial, sus aplicaciones digitales, segrega a cierta parte de la población no familiarizada con estas herramientas. Pero, muy por el contrario, la facilidad en su uso acerca, incluye y posibilita su utilización a ciertos sectores relegados de la población.
Abraham Lincoln decía: “Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son”. Mientras Balzac, a su vez, citaba: “La igualdad tal vez sea un derecho, pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho”.
Somos testigos de desigualdades de toda naturaleza, ya sea por razones socioeconómicas, de género, culturales o de diferencia de capacidades. En este aspecto, la tecnología es una poderosa herramienta para cerrar esa brecha y permitir la inclusión de las personas.
Hay sectores de la población como las personas indocumentadas, exiliadas, refugiadas, inmigrantes o sin posibilidad de demostrar capacidad patrimonial. Son excluidas de la posibilidad de ser sujetos económicamente activos en los sectores financieros tradicionales. Para ellos, la facilidad de la posibilidad de obtener una cuenta receptora de pagos digitales, los incluye en una economía “digital”.
Actualmente, beneficiados por la posibilidad de los pagos online, artesanos, artistas, cuentapropistas y emprendedores se incorporaron a esta “economía flexible” que les permite transaccionar y comercializar sus productos y servicios.
Es una verdadera inclusión para este sector de la población al poder realizar una actividad económica o comercial, otorgándole la posibilidad de realizar operaciones comerciales con medios de pago diferentes al efectivo, el cual era el único admisible para la población marginada de los mecanismos de pagos tradicionales.
En otras etnias y culturas (especialmente en comunidades del continente africano y países con culturas arábigas y/o musulmanas), en donde la igualdad de género todavía es una materia pendiente, la irrupción de los pagos digitales impulsó, especialmente durante la pandemia, a que las mujeres pudieran vender los productos que ellas producían, por sus propios medios.
Antes de ello, la comercialización de los productos, producidos por artistas y artesanas, eran comercializadas por distribuidores o revendedores, ante la imposibilidad de sus creadoras de poder comerciar en forma directa.
La pandemia y la utilización de los pagos digitales posibilitó que una gran cantidad de mujeres pudieran comerciar sus productos sin intermediación, con lo que finalmente lograron incorporarse a una economía formal.
Desde el punto de vista de los consumidores, también en poblaciones de bajos ingresos, el acceso a un medio de pago digital es mucho más accesible que un medio crediticio/bancario.
Los pagos digitales ayudan a la comercialización de productos y servicios, permitiendo a un importante sector de la población no bancarizada poder comprar sus productos de manera ágil y con menor costo financiero.
Los pagos electrónicos están destinados a ser el reemplazo natural del obsoleto pago en efectivo y una alternativa más segura y de menor costo que los realizados con tarjetas de crédito. Son llamados a ser el medio más eficiente, ágil y práctico para ser utilizado por todo el espectro de los estratos sociales y económicos.
Incluso, así lo revelan datos del Banco Mundial que, en sus informes y como resultado de la pandemia, resaltan la mayor tasa de uso de pagos digitales en todo el planeta, en especial en sectores de bajos y medianos ingresos, dándole paridad a la utilización por parte de ambos géneros.
David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, señala: “La creación de un entorno normativo propicio, la promoción de la digitalización de los pagos y la mayor expansión del acceso a cuentas y servicios financieros formales para las mujeres y los sectores pobres son algunas de las prioridades normativas para mitigar los reveses sufridos en materia de desarrollo a causa de las múltiples crisis actualmente en curso”.
Las pruebas están a la vista. Cualquier acción política o iniciativa vinculada a los medios de pago digitales, incluye, iguala y abre nuevas oportunidades para las poblaciones de todo el mundo.
(*) El autor es contador público, especialista en proyectos digitales y CFO de Traditum.