Renault y Alpine quieren repetir esa fórmula. Sin el presupuesto de los grandes y sin resultados que justifiquen sostener un plan a corto plazo, decidieron concentrar toda su ingeniería en el auto de 2026. El objetivo es dar un salto competitivo en ese punto de inflexión, y para eso sacrificaron por completo el presente.
Uno de los pilares de ese cambio será el rediseño de las unidades de potencia. Se mantendrán los motores V6 turbo de 1.6 litros, pero el sistema híbrido cobrará un nuevo protagonismo: pasará de generar 160 a 470 caballos de fuerza, con menor carga del motor térmico. Renault, que originalmente iba a fabricar su propia unidad, decidió cancelar la producción y alquilarle motores a Mercedes, una decisión que también habla de recorte y transición.
Además, el sistema DRS desaparecerá y será reemplazado por un concepto de aerodinámica activa, que modificará las configuraciones del auto según el trazado. También se implementará el Manual Override Mode (MOM), una función para dar impulso extra en momentos clave, como adelantamientos o reinicios.
Los autos serán más cortos, angostos y livianos, lo que apunta a una categoría más dinámica, aunque la medida ya generó rechazo entre pilotos como Max Verstappen y Lewis Hamilton. Pese a las críticas, la FIA sigue firme con su propuesta de transformar la F1 en un producto más parejo y sostenible.
Mientras tanto, Colapinto corre cuesta arriba. Con un auto poco competitivo y sin proyección para mejorar, su futuro inmediato es incierto. Todo dependerá de si Alpine logra materializar su ambicioso plan para 2026… y si él todavía está allí para conducirlo.