Antes de que empiece el partido, el miedo que tengo es que me pase como en casa: ya casi que no puedo hacer ni mirar nada durante 45 minutos sin agarrar el teléfono ni distraerme con otra cosa. Tengo miedo de aburrirme, de estar queriendo scrollear Twitter todo durante todo el evento. El primer tiempo empieza con un folklore que ni tiene sentido que describa, pero me fascina. El miedo se disipa. Es imposible no ser hincha de Racing en la cancha de Racing durante un partido de Racing.
Mi papá es de River y entiendo que por esa razón, hasta hace pocos meses, siempre cuando me preguntaban de qué equipo sos contestaba que de River. Me pasa lo mismo con los signos del zodiaco, hay que tener una respuesta para esas preguntas mundanas, no se puede no ser de nada.
Otra obviedad con la que me encuentro: en la cancha nadie te cuenta el partido, nadie te va a mostrar la repetición de la jugada por si no llegaste a verla en vivo. Eso hace que esté más atenta, que siga a la pelota (chiquita, de lejos) casi sin distraerme. Veo las faltas en vivo, las identifico. Me siento sólida. Mi compañero me va pasando información: "este es Lisandro, este jugó en Chile, este viene de Boca". Segundos antes de que el árbitro saque una tarjeta amarilla, lo veo a él hacer la seña que indica tarjeta. Al lado de él me siento más firme.
Al primer tiempo lo disfruto, saco fotos, filmo a la hinchada cuando canta canciones, me divierto. En los primeros minutos del segundo, Huracán empata y me pongo tensa. Pasan varios largos minutos hasta que Racing vuelve a tener ventaja y me doy cuenta lo nerviosa que me había puesto. Me duelen los hombros y las piernas. Hay algo en el ambiente que se notaba difícil, no era solo yo pero lo sentí en mi cuerpo.
El hincha de Racing tiene algo especial, hay que reconocerlo. Ser de Racing tiene mística y te hace distinto. En todo el primer piso del edificio en el que trabajo en el que seremos, estimo, unas cuarenta personas, hay un solo hincha de Racing. Ser de River es como ser fan de Los Beatles, siempre funciona, siempre suenan bien, a todos les gusta. Racing es un pueblo sufrido. Tienen logros que nadie jamás les va a reconocer, fueron pioneros en muchas cosas, el club casi deja de existir por problemas económicos, tuvieron años de perder de local al último minuto, y aún así, ser hincha de Racing pareciera sentirse como un orgullo, como algo que no se puede explicar. Néstor era de Racing, el estadio se llama Presidente Perón. Si todo eso no se siente como un calorcito en el pecho, decime qué se siente.