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Cuál es el factor "inesperado" que obstaculiza la reforma judicial anunciada por Alberto Fernández

Néstor Espósito
por Néstor Espósito |
Cuál es el factor inesperado que obstaculiza la reforma judicial anunciada por Alberto Fernández

La iniciativa del gobierno sobre la reforma judicial navegaba viento en popa en los tribunales hasta que sorpresiva e inesperadamente se coló la discusión sobre las jubilaciones de los jueces y fiscales.

Aunque un tema pareciera tener poco que ver con el otro, lo cierto es que la cuestión jubilatoria se convirtió en un obstáculo para el que acaso sea el proyecto institucional más ambicioso del proyecto de Alberto Fernández.

Mayoritariamente, en el Poder Judicial (especialmente quienes tienen relación con el derecho penal) están de acuerdo con desterrar a la Agencia Federal de Inteligencia de Comodoro Py y de restarle el poder de fuego a los jueces de ese sombrío edificio del barrio porteño de Retiro.

Incluso en los propios pasillos de Comodoro Py hay una suerte de aceptación sobre una situación desbordada en los últimos años y no son pocos los que se asumen como responsables (acaso involuntarios, pero difícilmente inocentes) del descrédito que padece el Poder Judicial.

La figura icónica de la resistencia es el juez federal Claudio Bonadio. Pero allí parecen mediar cuestiones que tienen más que ver con lo personal que con lo funcional.

El Poder Judicial lee que en los repartos de cuotas del poder dentro del esquema del gobierno de Alberto Fernández, el área de justicia quedó del lado del kirchnerismo. Más aún, personalmente en manos de Cristina Fernández de Kirchner.

“Puso al procurador del Tesoro, a la segunda línea del Ministerio de Justicia, al futuro procurador, a la interventora de la AFI, al representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. Su hijo tiene la llave de la Cámara de Diputados y ella misma maneja la de Senadores”, reflexionan.

El escenario judicial le es propicio porque, un poco porque ha habido estropicios en la tramitación de las causas en su contra y, otro tanto, porque la expresión de la voluntad popular en las urnas debe ser escuchada, empiezan a aceptarla incluso los que la odiaron con todas sus fuerzas desde antes de los últimos cuatro años.

Con ella o con quien ella delegue (“hablamos al más alto nivel”) intentarán superar el obstáculo de las jubilaciones. ¿La fórmula? La modificación del régimen previsional pero hacia adelante. Es decir sin afectar a los actuales funcionarios judiciales que aportaron bajo el régimen que está vigente.

Una fórmula parecida a la del impuesto a las ganancias. Los jueces y fiscales que accedieron al cargo desde 2017 en adelante pagan el tributo. Con las jubilaciones podría pasar algo similar. Y sería aceptado por la corporación judicial.

Lo que se espera del gobierno es que “haga algo, que no amague más y que concrete”.

Desde el propio seno de la Justicia le advierten sobre un riesgo que algunos llaman “del Roña Castro”. El 10 de diciembre de 1994, el boxeador Jorge “Locomotora” Castro defendía el título mundial ante el estadounidense John David Jackson.

Perdía, y perdía mal. Estaba al borde del colapso y, de repente, apareció una mano salvadora, un mandoble espectacular que le permitió ganar una pelea imposible.

“Ojo que les puede pasar eso. No titubeen más, hagan lo que tengan que hacer”, es el mensaje que parte del Poder Judicial hacia el gobierno.

El escenario no puede ser mejor por cuanto, incluso, hay una grieta en la Corte Suprema que ya es indisimulable entre el presidente, Carlos Rosenkrantz, y su antecesor, Ricardo Lorenzetti.

Rosenkrantz seguirá siendo presidente del tribunal, pese a la artillería pesada que estalla a su alrededor y que proviene desde no muy lejos.

Pero seguirá en el cargo porque, a pesar de que vote casi siempre en disidencia, no frena el funcionamiento del tribunal. Y la Corte, pese a sus internas, es garante de que la reforma judicial (sin afectar las jubilaciones actuales) tenga el camino despejado en el futuro cercano.