El fiscal del caso propuso un enfoque radicalmente distinto: medir la distancia “en línea recta”, sin importar las construcciones o la disposición del trazado urbano. Para respaldar esa idea, recurrió a un viejo conocido de la matemática: el teorema de Pitágoras. El tribunal aceptó ese criterio, y con ello, la suerte de Robbins quedó atada a una ecuación de escuela secundaria.
Qué establece el teorema
El teorema, que aparece en todos los programas de matemática del mundo, sostiene que en un triángulo rectángulo, la suma de los cuadrados de los catetos equivale al cuadrado de la hipotenusa: a² + b² = c². La fórmula fue utilizada para establecer la distancia en línea recta entre el lugar de los hechos y la escuela.
El cálculo fue así: un cateto de 232,86 metros y otro de 149,35 metros.
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Aplicando la fórmula:
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c² = (232,86)² + (149,35)²
c² = 54.226,79 + 22.314,42
c² = 76.541,21
c ≈ √76.541,21 ≈ 276,68 metros
El resultado
Como la distancia recta resultó inferior a los 304,8 metros estipulados por ley, Robbins fue condenado bajo la figura agravada del delito. La pena, así, osciló entre 6 y 12 años de prisión. La estrategia de la defensa, basada en los recorridos reales que una persona haría a pie por la ciudad, fue descartada por el tribunal.
¿Y qué hay de la curvatura terrestre? ¿Puede considerarse válida una línea recta en un planeta esférico como la Tierra? Los expertos coinciden en que, para distancias pequeñas como esta, la superficie puede considerarse plana sin afectar la precisión del cálculo.
El caso de Robbins es un ejemplo atípico de cómo una fórmula elemental —aprendida en los primeros años del colegio— puede tener un peso decisivo en una sala judicial. En su caso, el juicio no se definió por testigos, pruebas materiales ni imágenes de vigilancia. El número final, el que inclinó la balanza, fue la hipotenusa.