El día que Suzane conoció al amor de su vida
En agosto de 1999, durante un paseo familiar en el parque Ibirapuera, Suzane, de 15 años, conoció a Daniel Cravinhos, un joven humilde, apasionado por el aeromodelismo y aficionado a las fiestas. A pesar de sus diferencias sociales, la atracción entre ellos fue inmediata y se convirtió rápidamente en una relación intensa.
Sus padres, preocupados por el comportamiento cada vez más rebelde de su hija, intentaron separarlos. Sin embargo, la oposición familiar no hizo más que fortalecer el vínculo. Suzane comenzó a consumir marihuana y éxtasis, y pasaba largas horas en moteles con Daniel, alejándose cada vez más de la imagen de la hija ejemplar.
Cuando sus padres descubrieron que mentía para encontrarse con su novio, le prohibieron continuar la relación. Este rechazo desató en la joven un deseo incontrolable de libertad, lo que la llevó a idear un plan macabro para deshacerse de quienes consideraba un obstáculo.
Las mentes macabras detrás del crimen
Decidida a seguir con Daniel sin restricciones, Suzane von Richthofen planeó el asesinato de sus padres. Pero no lo haría sola: convenció a su novio y al hermano de este, Cristian Cravinhos, un joven con problemas de adicción a la cocaína y deudas con traficantes, para ejecutar el plan.
El 31 de octubre de 2002, a las 23:00 h, el trío puso en marcha su plan. Para asegurar que su hermano menor, Andreas, no estuviera presente, lo dejaron en un café cercano mientras ellos se dirigían a la casa familiar. Suzane se encargó de desconectar las cámaras de seguridad, mientras Daniel y Cristian se preparaban con delantales y barras de hierro para cometer el crimen.
En su declaración posterior, Suzane relató fríamente cómo facilitó la entrada de los agresores:
"Entré a la habitación de mis padres, los vi durmiendo y bajé a avisarles que podían entrar. Me senté en el sofá, me tapé los oídos… pero ya no había marcha atrás, era demasiado tarde."
El brutal asesinato de Manfred y Marísia
Mientras Suzane esperaba en el piso inferior, Daniel atacó a Manfred y Cristian hizo lo propio con Marísia. Los golpearon en la cabeza con extrema violencia. Manfred murió de inmediato, pero Marísia intentó defenderse, sufriendo tres fracturas en los dedos antes de sucumbir.
Para simular un robo, los asesinos abrieron la caja fuerte, esparcieron documentos y se llevaron dinero en efectivo: 5000 dólares, 6000 euros y 8000 reales. Todo estaba calculado para desviar las sospechas, pero cometieron errores que pronto los delatarían.
La coartada perfecta (o eso pensaron)
Tras cometer el crimen, el grupo se dirigió al motel Colonial, donde ordenaron sándwiches para dejar evidencia de su presencia y reforzar su coartada. De madrugada, Daniel llamó a la policía fingiendo preocupación y reportó un supuesto robo violento en la casa de los von Richthofen.
Cuando los oficiales llegaron, algo no encajaba. Alexandre Paulino Boto, el primer policía en la escena, describió el caso como un "crimen de aficionados", ya que la escena del crimen estaba mal montada y los detalles no coincidían.
Las sospechas recayeron rápidamente sobre Suzane y Daniel. Durante los interrogatorios, las inconsistencias en sus relatos comenzaron a salir a la luz.
La compra millonaria que lo arruinó todo
El 2 de noviembre, apenas dos días después del asesinato, Cristian Cravinhos cometió un error fatal: compró una moto importada con billetes de 100 dólares en efectivo. Este gasto inusual despertó las sospechas de la policía, que comenzó a seguir su rastro de cerca.
Abrumado por la presión, Cristian terminó confesando su participación en el crimen y delató a Daniel y Suzane. La verdad salió a la luz, y el horror del plan quedó al descubierto.
El juicio que estremeció a Brasil
El proceso judicial fue mediático y generó una conmoción nacional. Suzane von Richthofen, quien alguna vez fue vista como una joven dulce y privilegiada, fue apodada por la prensa como "el demonio rubio" por la frialdad con la que habló de sus padres después de asesinarlos.
En 2006, Suzane, Daniel y Cristian fueron condenados a 39 años de prisión por el doble homicidio. Durante el juicio, la indiferencia de la joven al relatar los hechos dejó una huella imborrable en todos los presentes.
A pesar de su condena, el caso de Suzane von Richthofen sigue despertando fascinación y horror, consolidándose como uno de los crímenes más impactantes de la historia de Latinoamérica.