Por ese crimen, Montuelle fue condenado en 2007 como partícipe primario de homicidio simple. Poco después, recibió prisión perpetua por el asesinato de Diego Ferranti y Gerardo Gómez, líderes del motín vendimial del año 2000, quienes fueron atacados a puñaladas tras ser trasladados desde Neuquén a Mendoza para declarar en juicio.
Pese a su temible prontuario, Montuelle logró una indemnización del Estado provincial en 2018 por “daños físicos y agravio moral” sufridos durante su reclusión en el penal de Boulogne Sur Mer. En 2013, había sido herido gravemente en una pelea y debieron amputarle el bazo, lo que lo dejó con secuelas físicas permanentes.
Los jueces que fallaron a su favor reconocieron que vivió “en aislamiento, con varios hechos de autoagresión y heteroagresión” y padecía “problemas patológicos severos de orden psicológico” tras más de una década de encierro en condiciones inadecuadas.