Tras conocerse la noticia, colegas y amigos de la maestra hicieron pública una emotiva carta que no solo lamenta su partida, sino que también denuncia las condiciones en las que trabajan los docentes en el país.
“Hoy escribimos con el corazón en la mano y la urgencia de quienes saben que el silencio no es una opción”, comienza el escrito, que fue difundido en redes sociales.
Los compañeros de Adriana expresaron su dolor y recordaron que su colapso ocurrió en el mismo lugar donde dedicó su vida a la enseñanza:
“Nuestra compañera de la tiza se descompensó en función, en el mismo lugar que dedicó años a sembrar futuro. Y posteriormente falleció.”
Pero la carta va más allá del lamento. La comunidad docente cuestionó el impacto del estrés laboral y la sobrecarga de responsabilidades en el deterioro de la salud de los educadores:
“¿La escuela vale nuestras vidas? ¿Hasta cuándo? La muerte de nuestra compañera no es un drama aislado, es el síntoma de una enfermedad que carcome la educación pública: la normalización del desgaste docente como si fuera un sacrificio obligatorio.”
La muerte de docentes en ejercicio no es un hecho aislado. En los últimos años, se han registrado varios casos de maestros que han sufrido descompensaciones fatales dentro del ámbito escolar, en muchos casos vinculadas a la presión y el estrés laboral.
En 2022, un maestro de una escuela en Buenos Aires sufrió un infarto en plena clase, mientras que en 2023, una docente de Córdoba falleció tras una jornada extenuante en doble turno. Estos casos han sido denunciados por los gremios docentes, pero las condiciones de trabajo siguen siendo motivo de preocupación.
Desde los sindicatos han señalado reiteradamente la necesidad de implementar medidas de prevención de riesgos laborales en las escuelas, incluyendo revisiones médicas periódicas y estrategias para reducir la sobrecarga laboral.
El impacto en la comunidad educativa
La pérdida de Adriana Armella no solo ha dejado un vacío en su escuela, sino que también ha generado un sentimiento de indignación y tristeza en la comunidad docente. En redes sociales, colegas y alumnos han compartido mensajes en su memoria, resaltando su vocación y compromiso con la educación.
“Se fue una maestra con mayúsculas, alguien que siempre estuvo ahí para ayudar a los demás”, escribió una exalumna en redes.
Otros docentes han utilizado su historia como un llamado de atención:
“No podemos seguir normalizando que nuestros colegas mueran en las escuelas. Necesitamos cambios urgentes.”
La muerte de Adriana Armella ha dejado una herida abierta en la educación pública. Su historia no solo es un motivo de luto, sino también un urgente llamado a la reflexión y al cambio.