EL GRAN MISTERIO

El cumpleaños más triste de Loan: ¿dónde está y cómo está hoy su familia?

El nene cumple seis años, pero sigue desaparecido. La familia de Loan Peña no tiene nada para festejar y el silencio pesa más que nunca.

El cumpleaños más triste de Loan: ¿dónde está y cómo está hoy su familia?

Este 6 de mayo, la familia de Loan Peña enfrenta una de las fechas más desgarradoras desde su desaparición. Hoy, el pequeño debería estar celebrando su cumpleaños número seis. Sin embargo, su ausencia solo profundiza la angustia. A casi once meses sin respuestas, el dolor no cesa. Afuera de la casa donde vivía, los carteles con su rostro aún permanecen, como un grito de esperanza que se resiste a apagarse.

“Ojalá alguien se arrepienta en su cumpleaños y cuente la verdad”, expresó su madre, con la voz entrecortada, en una entrevista con el periodista Ernesto Azarkevich. Recordó cómo su hijo, en la víspera de su último cumpleaños, decía emocionado: “Mañana voy a tener mi torta”. Le encantaba soplar la vela, aunque no le gustaba el sabor de la torta. Ese recuerdo, hoy, es una daga en el pecho.

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Una nueva forma de buscarlo

En este tiempo, la familia cambió su manera de reclamar por la aparición de Loan. Cansados de promesas vacías, decidieron confiar en la ayuda del perito José Mazzei, a quien contrataron para guiar la investigación por cuenta propia. “Cada paso lo consultamos con él. Nos da seguridad”, comentó el padre del nene.

El entorno también se transformó. Lo que antes era una red de contención vecinal, ahora parece un terreno frío e incierto. “Ya el año pasado notamos que la gente empezó a darnos la espalda. No sabemos por qué. Tal vez sea por miedo”, confesó el papá de Loan, sin ocultar la desilusión.

Los gestos que generan dudas

Las miradas también se dirigen a los hermanos del pequeño. Algunos vecinos de 9 de Julio notan diferencias difíciles de ignorar. Una mujer compartió con el periodista: “A José y María los seguimos viendo muy golpeados. Pero sus hijos mayores... no sé”.

Según la vecina, tres de los hermanos de Loan abrieron comercios tras su desaparición: uno en el mismo pueblo, y otros dos en Chavarría y Santa Lucía. “Se los ve en los bailes, bien vestidos, como si se hubieran olvidado de su hermanito”, señaló.

También llamó la atención la compra de un auto y una moto poco tiempo después de que el niño desapareciera. La familia explicó que lo hicieron para reducir los gastos de remis que implicaba la búsqueda. Pero en un contexto de tanto dolor, cada gesto se interpreta bajo una lupa.

El silencio que dejó la policía

La desaparición de Loan no solo fracturó la intimidad familiar. También sacudió profundamente a la policía local. La detención del comisario Walter Adrián Maciel, implicado en la causa, cambió el escenario. En su lugar asumió Guillermo Lencina, quien se propuso recomponer la credibilidad de la fuerza.

“Muchos policías quedaron psicológicamente afectados”, comentaron desde el entorno policial. El nuevo jefe ordenó medidas estrictas: entre ellas, que los agentes custodien personalmente a los alumnos de la escuela, acompañándolos a la salida y cortando el tránsito. Además, tienen prohibido llevar celulares durante el operativo, para evitar cualquier tipo de sospecha.

La comunidad ya no es la misma. “Desde que pasó lo de Loan, la plaza está vacía. Los chicos no salen si no es con un adulto. Nadie vuelve solo de la escuela”, relataron varios vecinos. El miedo se instaló de forma permanente.

La abuela que no se rinde

Catalina Peña, la abuela de Loan, sigue viviendo en la casa donde su nieto fue visto por última vez. A sus casi 89 años, está más sola que nunca. “Laudelina era su compañera en el campo. Desde que se alejó, Catalina está sola”, confió un allegado.

José, su hijo, la visita un par de veces por semana. Bernardino, otro de sus hijos, llegó desde Buenos Aires para pasar el cumpleaños con ella. La casa sigue igual. En un rincón especial, Catalina reza todos los días frente a un altar con las imágenes de San Antonio y Santa Librada. “Hasta ahora me vienen fallando mis santos”, dice entre lágrimas.

Una comunidad que ya no confía

La historia de Loan no solo desnuda el dolor de una familia. Refleja también cómo una comunidad entera puede romperse por dentro. En 9 de Julio, las calles se volvieron más silenciosas, y las miradas más esquivas.

La sospecha, el miedo y la falta de respuestas tiñen cada rincón. Mientras la justicia no ofrece avances claros, los padres de Loan mantienen la esperanza. Pero ya no la expresan con gritos en la plaza, sino en cada conversación silenciosa con el perito, en cada vela encendida, en cada cartel que sigue pegado a una pared.

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