Años después, superadas esas dificultades, Singh se dedicó a ayudar a su familia en el campo. Su vida transcurrió en relativa tranquilidad hasta que la tragedia golpeó su hogar. La muerte de su esposa, Gian Kaur, ocurrida en su ciudad natal de Jalandhar, lo llevó a emigrar a Inglaterra a principios de la década de 1990. Allí se instaló con su hijo en Ilford, donde comenzaría una transformación impensada.
Contra todo pronóstico, Fauja Singh comenzó a correr a los 89 años, después de haber llevado una vida sedentaria durante gran parte de su adultez. Su primer maratón fue el de Londres en el año 2000, y lo completó en seis horas y 54 minutos, un tiempo impresionante para alguien que casi alcanzaba los 90 años.
Ese debut lo catapultó a la fama internacional. Redujo en 58 minutos el récord mundial previo en la categoría de mayores de 90 años, lo que le valió el reconocimiento inmediato de la comunidad deportiva.
No se detuvo allí. A lo largo de la siguiente década, Singh participó en múltiples maratones alrededor del mundo, destacándose especialmente en el Maratón de Toronto Waterfront, donde en 2003 registró su mejor marca personal: cinco horas y 40 minutos.
Pero el momento más emblemático de su carrera llegó el 16 de octubre de 2011, cuando en Toronto, Canadá, se convirtió en el primer centenario documentado en completar un maratón completo de 42,195 km. Esta hazaña, sin precedentes en el mundo del deporte, consolidó su estatus como leyenda viviente.
Curiosamente, su marca no fue reconocida oficialmente por el libro Guinness de los Récords, ya que no poseía una partida de nacimiento formal que pudiera acreditar su edad exacta, a pesar de la documentación de pasaporte y la confirmación de su año de nacimiento.
Sin embargo, ese detalle no fue impedimento para que se lo considerara como un fenómeno mundial, ni para que fuera elegido como portador de la antorcha olímpica en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, a sus 101 años.
Singh no solo corrió maratones, sino que también corrió barreras sociales, culturales y físicas. Se convirtió en un ícono dentro de la comunidad sij y un defensor de la salud, la actividad física en la tercera edad y la integración multicultural.
"Mi cuerpo es viejo, pero mi corazón sigue joven", solía decir con una sonrisa contagiosa, luciendo siempre su distintivo turbante blanco y su barba plateada. A lo largo de su carrera fue portavoz de múltiples campañas de concientización, incluyendo iniciativas para promover una alimentación saludable y la participación de los adultos mayores en actividades deportivas.
A los 101 años, decidió retirarse de la competencia formal, aunque continuó entrenando diariamente y participando en eventos comunitarios hasta bien entrado en sus 110 años.
El regreso a India, en su última etapa de vida, estaba marcado por la tranquilidad y el deseo de reconectar con sus raíces. Sin embargo, el destino quiso que su vida terminara de forma trágica.
Según testigos, Fauja Singh intentaba cruzar una carretera rural en Beas Pind, cuando fue embestido por un automóvil a gran velocidad. A pesar de los intentos de asistencia, las heridas fueron mortales y falleció en el acto. Las autoridades locales están investigando las circunstancias exactas del incidente.
El fallecimiento de Singh generó una oleada de mensajes de condolencias en redes sociales. Desde atletas olímpicos hasta políticos y celebridades, todos coincidieron en señalar su figura como un símbolo de esperanza, tenacidad y superación.
El primer ministro británico, así como el ministro de Deportes de India, emitieron comunicados lamentando su pérdida y destacando su legado como embajador del deporte y la paz.
"Sikhs In The City", su club en Londres, expresó:
"Fauja no solo rompió récords. Rompiendo estereotipos, demostró que el espíritu humano no tiene límites. Su vida será recordada como un faro de inspiración eterna".
Fauja Singh deja un legado imborrable. No solo fue un hombre que desafió el tiempo con sus zapatillas de correr, sino un testimonio viviente de que la pasión no conoce edad. Su vida se convierte en un relato que trasciende las pistas de atletismo y se instala en el corazón de quienes creen que nunca es tarde para empezar a vivir de verdad.
A los 114 años, su historia continúa inspirando y su ejemplo sigue corriendo, esta vez, en la memoria de todos.