La transformación digital nos hace pensar y nos empuja a repensar la forma de trabajar y de producir.
La transformación digital nos hace pensar y nos empuja a repensar la forma de trabajar y de producir.
Cómo queremos que sean las leyes laborales, qué tipo de empleo queremos; estamos en la era de la “Cantidad” o de la “Calidad”.
La incorporación de nuevas tecnológica y la modernización del trabajo no reduce el empleo. Todo lo contrario.
Las nuevas tecnologías generan oportunidades ilimitadas en el conglomerado de tareas que se llevan a cabo o se desarrollan y reducen las fricciones innecesarias que el viejo derecho al trabajo trae aparejada.
Así se genera, dentro de las economías colaborativas o economías de plataformas digitales, un mercado del trabajo más abierto, moderno, competitivo y sin límites de producción e invención.
Las tareas que más se demandan en el futuro del trabajo tienen que ver con un alto nivel de calificación o, técnicamente, lo que llamamos “dependencia técnica”.
Por ello, las nuevas tecnologías, la modernización y la 4° revolución industrial tiene un socio indubitado que es la necesaria inversión en capital humano.
El Capital humano, lo podemos desarrollar, no conceptualizar como la suma de la Inversión en Conocimiento (Educación) + Consecuencias del conocimiento aplicado (Experiencia), cuyo resultado inmediato es: Crecimiento del empleo, mejores salarios y altos niveles calidad de vida de una sociedad.
Alcanzar este objetivo requiere un mercado laboral sólido, flexible e inclusivo, donde se genera más empleo genuino y de mayor calidad.
Un mercado laboral sólido refiere a leyes laborales modernas, eficaces, equilibradas y que nivelen la relación empleador-trabajador, terminando con el conflicto y los oscuros de leyes laborales vetustas y anti productivas.
Un modelo laboral inclusivo se refiere a tener en mira al trabajo como única política de inclusión social, donde termine con la división de clases y coloque al trabajo por encima de toda política de Estado.
Esto, inevitablemente, genera importantes impactos distributivos e incremento de los niveles de igualdad.
En países desarrollados, donde se subieron a la ola del trabajo del futuro, ya ocurre.
La participación de los empleos de ingreso medio, con un crecimiento simultáneo de la participación de empleos de alta y baja calificación.
Esta sinergia absorbe un grado de competitividad de los dependientes que se desplazan, mediante su propia inversión en su capital humano, a segmentos medios a altos, dejando el vacío de los segmentos bajos a medios.
Nuestro país se merece un debate serio, profesional y dinámico sobre nuestras leyes laborales, que, no son muchas, pero son vetustas y denotan que perjudican a las dos partes fundamentales de cualquier proceso de producción.
El “dependiente y el empleador”. Únicos beneficiarios del futuro del trabajo.
Los desafíos del trabajo en Argentina abarcan a empresas, trabajadores y sindicatos. La transformación digital desafía el modelo laboral y el modelo de representatividad sindical.
Su desafío es reconvertir un sistema arcaico, promoviendo soluciones equitativas y decentes al futuro del trabajo, convirtiéndose en un pilar de la producción y de las nuevas relaciones laborales en beneficio del TRABAJO.
(*) El autor es abogado especialista en Trabajo y en políticas públicas de empleo.